Entre Suspiros y un Café
Gestión emocional

Y volar, volar tan lejos…

Despertar en Ibiza y ver amanecer en la Cala San Vicente; desayunar en París un cafe au lait con un croissant en una coqueta terraza con vistas al Sena; pasear por el colorido Parque Güell de Barcelona; fotografiarte en una cabina telefónica de Londres después de haber visto la ciudad desde el London Eye; recorrer los canales de Venecia en góndola; descubrir la belleza del tapiz de flores de la Grand Place en Bruselas; sentirte como en un cuento al pisar la Plaza Roja en Moscú; buscar al monstruo que, dicen, se oculta en el Lago Ness de Escocia.

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Reponer fuerzas en alguna terraza de la Plaza Mayor de Madrid; dar un paseo por Central Park de Nueva York; regatear en el Zoco de Marrakech; hacer un viaje al pasado al visitar las Pirámides de Giza en El Cairo; sentir la brisa del aire en la cara a orillas de la Torre de Belem de Lisboa; sentirte un niño de nuevo al subir en alguna atracción del parque Walt Disney en Orlando; perderte por el Gran Palacio de Bangkok y sus templos; esquiar en los Alpes Suizos.

Comer en un restaurante con vistas a las Cataratas del Niágara; disfrutar de un helado de pistacho frene al Coliseo de Roma; leer una novela de Agatha Christie en el Transiberiano de camino a Pekín; cruzar la imponente Puerta de Brandemburgo en Berlín; ambobarte con el Duomo de Milán; recorrer en barco las aguas del Danubio a su paso por Budapest; sentirte diminuto, pero capaz de todo, en la inmensidad del Gran Cañón en Colorado; descubrir la fauna autóctona en Bahía Glaciar de Alaska; adentrarte en el silencio acogedor de la Mezquita Azul de Estambul;

Recorrer Grecia y sus islas para ver atardecer con los pies en una playa de Mykonos; pasear en bicicleta y contar los canales de Amsterdam; enamorarte del Taj Mahal en India; no tener prisa en llegar al final de la Gran Muralla de China; adentrarte en la inigualable Ciudad de Petra en Jordania; admirar la belleza del Machu Picchu en Perú; sumergirte en la naturaleza de los Fiordos en Noruega; irte al otro extremo del planeta para visitar Ciudad del Cabo; comprobar el tiempo que te queda de viaje en el Reloj Astronómico de Praga.

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Cruzar en bicicleta el Golden Gate de noche para llegar a un San Francisco iluminado; cenar en las alturas del Burj Khalifa de Dubai; admirar La Estatua del Cristo Redentor en Río de Janeiro desde el suelo; vestirte de gala para asistir a una obra en la Ópera de Viena; subir al Pico Victoria de Hong Kong; casarte en alguna pequeña capilla en Las Vegas reponer fuerzas en la ciudad balneario de Karlovy Vary.

Patricia Ayuste.

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No hay comentarios

  • Responder
    mariiposi
    5 junio, 2014 a las 11:20 am

    Sería increible poder disfrutar de cada una de las cosas que has dicho, pero te ha faltado quizás la más sencilla, la más cercana y la que puede hacernos más feliz. Las palomitas y la pelicula en el sofá con él o ella; o quizás la cena china para dos improvisada en el salón.

    Un beso. me uno! 😉

    elhumodetucigarro.blogspot.com

  • Responder
    Entre suspiros y un café
    5 junio, 2014 a las 12:06 pm

    Hola! Bienvenida 😉
    Cuánta razón tienes, una velada tranquila de sofá y palomitas en buena compañía es todo un planazo 🙂

    Un beso!

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