Andar sin pensar en la dirección, bajar de tu ensoñamiento y encontrarte con un muro ante tus narices.
Sentir que no sabes muy bien cómo has llegado hasta esa situación, hasta ese callejón sin salida, o hasta ese punto. Tan lejos de donde estabas. De donde pensabas. De donde querías en el fondo estar.
Saber que hay cosas que se te han escapado de camino. Que el vaso que tenías frente a ti, ha terminado por desbordarse con las últimas gotas. Y que, incluso sabiendo que estaba casi lleno, has seguido llenándolo como si la cosa no fuera contigo ni fuera a pasar a mayores.
Sentir que has agotado tus fuerzas, defensas y ases en la manga. Que llevas demasiado, más de lo que deberías. Aguantando. Esperando. Peleando. Que has perdido de vista el motivo de todo esto. Que ahora dudas que hubiera alguno. O que valiera todo lo que te ha costado hasta llegar a ese muro.
Temer que sea el final. Pero, a la vez, desear que lo sea. Para cambiar de libro, de historia, de viaje. Saber que ya has dado todo y que nada puedes esperar. Que es más de lo mismo de lo que ya sabías. Que no hay nada nuevo. Y que solo un volantazo te puede llevar por un nuevo camino.
Para volver a emocionarte con la primera página.
Con ese inicio que todo promete y que está en tus manos. Que te ilusiona como hace demasiado no sentías y que acapara todo tu interés. Tu energía. Tus apuestas. Por el que vuelves a sonreír y a pensar que quieres seguir andando, aunque no sepas hacia dónde te lleve exactamente.
Para volver a coger aire, fuerza y velocidad. Aunque sea a paso de tortuga. Para andar, correr o volar, según te apetezca. Para ir donde quieras y volver si así deseas. Para disfrutar de cada paso y no sentir que te has perdido sin remedio.
Para abrir ventanas y puertas para que entre la luz. El sol. La vida.
Sabiendo que no puedes esperar algo distinto, si sigues repitiendo siempre tus mismas manías. Dejes. Y excusas.
Sabiendo que un cambio de aires puede ser todo lo que necesites para volver a ser tú.
Patricia Ayuste.
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Ana Martínez
3 julio, 2014 a las 4:23 pm¡Hola Patri!
A pesar de que soy joven alguna vez me ha pasado lo que tu describes tan bien en esta entrada, esa necesidad de cambio, de una nueva vida, de empezar de nuevo…
Siempre que he empezado una nueva etapa, me corto el pelo como una muestra en mi físico de que quiero cambiar y que estoy distinta tanto externa como internamente.
Me ha gustado mucho tu entrada ¡Muchos besos! Y que sepas que me encanta el diseño del blog ^^
Entre suspiros y un café
4 julio, 2014 a las 6:36 am¡Hola Ana!
Me encanta que te haya gustado la entrada ;). Todos en algún momento nos hemos sentido así, que algo no funciona o que las cosas no están saliendo como queremos y tenemos que hacer cambios. Yo creo que es independiente de la edad y que no es malo, porque realmente es porque te das cuenta que algo no va bien y quieres solucionarlo.
Y me alegra quete guste el diseño. Aún no es la idea que tenía en mente, pero poquito a poco lo iré consiguiendo jeje.
¡Un besazo!
SoniaHGR
4 julio, 2014 a las 11:23 amEste comentario ha sido eliminado por el autor.
Entre suspiros y un café
4 julio, 2014 a las 1:31 pm¡Me alegra mucho! Ya también lo veo claro, hay momentos que es necesario hacer cambios en tu vida.
¡Un beso!