Él. Ella. Y toda una historia.
De esas que comienzan de la manera más imprevista y que no hace sospechar lo lejos que llegará. De esas que va de menos a más y que, en algún momento, se deja de pensar en el final. Un primer capítulo como muchos otros pero, a la vez, como ninguno otro.
Una historia con más de un giro argumental, con sus cambios de escenario, de sueños y entreactos. Con sus malos momentos, pero pocos entre tantos buenos. Con muchas más lágrimas de alegría que de tristeza y con un gran repertorio de besos, cariño y abrazos.
Con dos protagonistas que aprenden a entenderse hasta en medio de la peor tormenta. Que aprenden a salvar distancias, a encontrar soluciones y seguir mirándose a los ojos. Una pareja que sabe que, juntos, llegarán todo lo lejos que quieran.
Dos mundos que orbitaban a distintas velocidades y que se acompasaron hasta formar un universo nuevo. A su ritmo. Con su propio sol que daba luz y vida. Con su propia luna a la que pedir deseos en la oscuridad de la noche. Con sus propias rotaciones, estaciones y cambios de ciclo.
Una pareja que empezó a componer su propia música, a crear acordes y a cantar pese a los desafinos. Pese a no entender mucho de corcheas, sostenidos y bemoles. Pero que aprendió a leer el pentagrama a su manera y a cantar las mismas letras.
Una historia que fue sumando minutos, años y recuerdos.
Un amor que, con mucho mimo, fue a más. Que quemó etapas a su paso, que aprendió a acelerar y frenar y a resguardarse de la lluvia. Que aprendió a regularse, a protegerse del frío y a disfrutar del más diminuto detalle.
Un amor que aprendió a respetarse, a encontrar su espacio, a darse tiempo. A compartir momentos, alegrías… e incluso lo menos bueno. A perdonar pronto y a no arrastrar desechos.
Un viaje que comenzó a dos ruedas para pasar a cuatro. En el que sortear más de un bache, agujero o terraplén. En el que sumar pasitos hacia delante a pesar de algún paso en falso o hacia atrás. En el que aprender a recular, a salirse del camino y a inventarse uno sobre la marcha.
Un viaje que los llevó a rodearse de quienes más los querían, a jurarse un para siempre y a decirse sí, quiero.
¡Vivan los novios!
Patricia Ayuste.
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Cecil Vedemil
15 September, 2014 a las 4:16 pmEs curioso, nunca he ido a ninguna boda jejeje. Bonito post patri 🙂 besoos
xx Cecil
Entre suspiros y un café
15 September, 2014 a las 7:59 pmHace poco estuve en la boda de una de mis mejores amigas. Un día muy emocionante y cargado de buenos recuerdos. Imagínate, somos amigas desde los 4 añitos, que se dice pronto. ¡Toda una vida!
Un beso Cecil
PD: no es cuestión de ir a muchas bodas, sino de ir a bodas especiales. Ya te llegarán 😉
Marleah Make Up
18 September, 2014 a las 7:01 pmMuchas gracias xiqueta por la entrada!! Me ha emocionado igual que nos emocionamos ese día. Y pensar que ya ha pasado casi un mes… Cómo pasa el tiempo de rápido!!!
Me encantó compartirlo contigo y espero que te gustara la sorpresita.
Besos!!
Entre suspiros y un café
18 September, 2014 a las 7:15 pmFue un acontecimiento muy entrañable y precioso. Estoy orgullosa de haberlo disfrutado contigo, y la sorpresa… ¡qué decir de la sorpresa! Me encantó, me emocionó y me dejaste pensando que soy muy feliz de tenerte como amiga. ¡Vales muchísimo!
Un besazo GUAPA
regalos para boda
12 November, 2014 a las 11:08 amHola, somos una empresa que nos dedicamos a organizar bodas, comuniones y otros eventos y estoy encantada con lo que he visto en tu artículo ya que nos dais muchas ideas para nuestros proyectos.
Entre suspiros y un café
12 November, 2014 a las 1:46 pm¡Me alegro mucho! Encantada de entretener y además dar ideas. La historia está inspirada en Marleah Make Up, por si quieres pasarte por su blog.
Un saludo,
Patri.