Querido Marzo

Marzo.

31 días con sus amaneceres y sus anocheceres, con sus madrugones y sus desvelos. Con las ganas de continuar, de empezar, de reír. Días con sus esperanzas que te mantienen en pie, sus ilusiones por cumplir y sus 31 planes, como mínimo. O tantos como quieras.

31 días de vivir momentos únicos, de crear oportunidades y exprimir incluso los lunes.

Días de no desaprovechar nada. Ni perder las ganas. Por todo aquello que te roba el sueño. De no esperar hasta el último momento para reaccionar, de hacer todo lo que puedas ahora y no dejar las cosas para mañana.

La promesa de la primavera.

La que florece después de un largo invierno. La que trae el sol, revoluciona la sangre, la adrenalina y deshace el hielo. La que acelera latidos, colorea la naturaleza y despierta lo dormido. La que ilumina las mejillas, los días, las certezas.

La primavera que suena a principio, a resucitar, a vivir. Con los cinco sentidos y todos los motivos. Con renovadas fuerzas, con nuevo aliento, con las ideas claras.

La luz y el color.

Las flores que nacen y cambian el paisaje. Lo alegran. Lo animan. Las que invitan a vivir al aire libre, a resurgir y renacer. A robar tiempo al tiempo, minuto a minuto, y que el día parezca eterno.

Escapadas y paseos por la playa. Los picnics en la montaña. Los amigos y las veladas improvisadas. Conversaciones hasta las tantas. Leer con el sol en la cara y el aire en los pulmones. Mirar el cielo y contar estrellas.

Y cumplir deseos.

Cambios.

Hacer las cosas distintas, olvidar los imposibles, terminar los borradores.

Saber que cada día es único. Diferente. Especial. Que lo recordarás por lo que hagas de él. Y lo que no.

Marzo para no temer hacer las cosas mal y reírte de tus propias estupideces.

Marzo para ser más tú cada día.

Patricia Ayuste.