Respirar. Llenar de aire los pulmones. Al máximo, hasta que no quepa ni una pizca más.
Dejarlo salir.
Soltarlo poco a poco y sentir la calma.
Y contar hasta 10. O hasta 100 si hace falta.
Hacer una pausa. Tomarte el tiempo que necesites. Desconectar de la realidad y de la rutina diaria. Del trabajo, del estrés, del teléfono. De todo lo que te rodea día a día y se te hace hasta familiar. Y tan cuesta arriba. Del despertador, las prisas y los nervios. Del «tengo que» y el «no me da tiempo».
Coger carretera y manta, si es posible. Salir de casa, como poco. Salir con aire en los pulmones e ilusión en los bolsillos. Salir con lo justo e imprescindible, que lo demás está de más. Salir con la idea de volver sin que sea lo mismo. De cambiar algo, mucho o todo.
Salir a buscar la sombra, porque el sol se ha vuelto insoportable. De buscar el silencio que no encuentras en tu día a día. Buscarla brisa que revuelva tu flequillo y refresque tus mejillas. Las que hace tiempo no se colorean por nada ni por nadie. Las que hace tiempo dejaron de ilusionarse.
Disfrutar de tu pausa, del stop, del kit kat.
Tomarte un tiempo y comprobar que hay cosas que se pueden dejar para mañana. Que puedes desactivar los datos del móvil sin que el mundo se vaya al infierno. Que los correos y mensajes no son tan urgentes y hay respuestas que pueden esperar. Que, por una vez, puedes tratar de hacer algo que realmente te apetezca o te llame a gritos. Y no por simple obligación.
Que hay pausas que son más que necesarias y que, a menudo, debes sacar la cabeza cuando llevas demasiado tiempo buceando. Coger aire y fuerzas, y contemplar el paisaje antes de volver a sumergirte. Que respirar es fundamental, y saber respirar bien aún lo es más.
Inspira. Respira. Y repite.
Que, a veces, todo se reduce a salir del bucle. De la jaula. Del tiovivo. De esa trampa en la que te has metido, queriendo o sin querer. Y de la que tanto te cuesta salir y tanto te roba sin darte cuenta.
Hacer una pausa y tomar distancia.
Aprender que hay historias que no se miden por segundos, sino por suspiros robados. Que no se miden por los grandes logros, sino por las sonrisas de felicidad pura. Que no se mide por tareas cumplidas sino por los momentos que se convierten en recuerdos.
Que el tiempo que cuenta es el de bailar aunque duelan los pies. El de andar y patear hasta donde el corazón te dicte. El tiempo de los chistes absurdos, las risas desbordadas y los brindis por ser tú. O por la vida.
El tiempo de no tener prisa alguna por acabar la noche y empezar el día.
El tiempo que suma.
El tiempo que respiras.
Patricia Ayuste.
No hay comentarios
Marleah Make Up
21 julio, 2015 a las 6:13 pmBenditos fines de semanas aunque sean raros como los míos. Y quien dice raros, dice diferentes. En los que no hacer nada o comprimir todos los planes, como dices en tu entrada. Descansar, disfrutar, correr, saltar,… Lo que prefiramos en este verano asfixiante de calor.
Aunque los planes con buena compañía, aunque las cenas con amigos empiecen mal y acaben mejor. No importa. La compañía es lo que cuenta. Y pasarlo bien, también.
Besos!
Gla
23 julio, 2015 a las 8:44 pmEs esencial cada tanto hacer una pausa para respirar de la rutina. Yo estoy por comenzar una en pleno invierno…cómo la necesito!!
Te invito a visitarme!!
http://sologla.blogspot.com.ar/
Erika Martin
24 julio, 2015 a las 9:11 pmNo hay nada como un fin de semana para escapar de la rutina diaria y disfrutar la vida a tope.
Qué bien lo has descrito. Un besazo, Patri
Entre suspiros y un café
28 julio, 2015 a las 8:52 pmEn buena compañía, todo se hace más llevadero, ¿verdad? Y por raros que sean los días, la cuestión es saber disfrutarlos y mirarlos con la mejor de tus sonrisas.
¡Un besazo enorme guapa!
Entre suspiros y un café
28 julio, 2015 a las 8:57 pm¡Y tanto que es esencial! A veces nos sumergimos tanto en la vorágine del día a día que no somos plenamente conscientes de la necesidad que tenemos de hacer un alto en el camino y respirar un poco de aire fresco.
¡Gracias por leerme! Un saludo.
Entre suspiros y un café
28 julio, 2015 a las 9:02 pmA veces basta con un fin de semana ( o incluso horas) para desconectar y cargar pilas, y se agradece tanto que parece que te renuevas casi por completo.
Que tengas una buena semana Erika, y que sigas disfrutando del verano y tus escapaditas rurales 😉