Dicen que el tiempo vuela, que la vida da más vueltas de las que pensamos y que las cosas cambian queramos o no. Y nosotros con ella..
Que la memoria es selectiva y caprichosa, que los buenos recuerdos que guardamos no son más que idealizaciones que hemos hecho de la realidad. Que no son exactamente como pasaron ni como creemos recordarlas. una buena o mala jugada de la imaginación. Que no recordamos lo que pasó sino lo que queremos recodar.
Por algo dicen que no estamos hechos de átomos, sino de historias.
Y sentimientos.
Que, a menudo, vivimos día a día con la sensación de que nada pasa. De que el tiempo se hace eterno, de que nada cambia y el la rutina lo llena todo. De que todo sigue igual. De que no hay nada nuevo que valga la pena.
Y sin embargo, los días se acaban, las estaciones se suceden y nada es como era antes.
Que hoy no eres la misma persona que eras ayer. Hace unos días. O hace un año. Por mucho que creas parecerte. Por mucho que, de hecho, te parezcas. Que igual has cambiado pequeñas cosas, algunas insignificantes manías y alguna que otra rutina.
Puede que, por el contrario, el cambio sea tal que no te reconoces cuando te miras al espejo. Que quizá fue algo que se fue fraguando con el tiempo hasta convertirse en algo grande. En algo más que evidente. Que cambiaste a base de caídas, de heridas y de decepciones. Cuando viste que las cosas no llegarían si seguías como hasta entonces. Cuando aprendiste que las cosas no eran como pensabas y que, en ocasiones, no hay medias tintas ni escalas de grises.
O quizá fue la vida la que te hizo cambiar de golpe.
La que te cambió las preguntas y te hizo pensar en nuevas respuestas. La que te hizo ver las cosas desde otra perspectiva. A valorar mejor ciertas cosas y a dejar de dar importancia a muchas otras. La que te hizo dar unos pasos que nunca pensaste podías dar.
La misma vida que te demostró que eres más fuerte de lo que crees.
Y es que, a veces, no hay más opciones ni cartas de donde elegir. No hay comodines a los que aferrarse para intentar salvarse. No hay llamadas al público ni predicciones del tarot que sirvan. No hay fórmulas secretas ni amuletos que te guíen, o que te espanten aquello que te estorbe. Toca arriesgar y saltar a la piscina… y ver qué pasa.
Y es que hay cambios que solo notas con el paso del tiempo cuando echas la vista atrás. Cuando reconoces –y celebras– todo lo que lograste, sin echar tanto de menos aquello que se quedó en el camino.
Porque el camino puede ser largo, pero paso a paso… Se llega.
Que la vida es cambio.
Y que tú, afortunadamente, también cambias con ella.
Patricia Ayuste.
4 Comentarios
Blanca (@BlankiVP)
21 octubre, 2015 a las 4:49 pmPelos de punta durante todo el post. A mi que no me gustan los cambios supongo que por la inseguridad que generan y poco a poco te vas dando cuenta que la vida es un continuo cambio. Blanca. (Tu nueva seguidora)
Entre suspiros y un café
22 octubre, 2015 a las 6:43 pmLos cambios son inevitables Blanca, y claro que crean inseguridad. Pero como bien dices, la vida es cambio, y hay que saber adaptarse cuando toque y buscar el cambio cuando lo necesitemos.
¡Un beso!
Patri.
nereariveiro
21 octubre, 2015 a las 4:55 pmNo sé que pensar de eso de que en realidad lo que menos importa es el momento en sí. Hay recuerdos y momentos que duelen más que cualquier otra cosa.
Te hacen un zas y se van.
Un beso! 🙂
Entre suspiros y un café
22 octubre, 2015 a las 6:44 pmNos hacen zas, no por el momento en sí, sino por la importancia que le damos 😉
¡Un beso!
Patri.