A ti, que te fuiste de puntillas, un día cualquiera y sin levantar sospechas. Dejando atrás el papel de protagonista que tan bien sabías representar. Como si quisieras no molestar, no hacer ruido, no respirar. Como si supieras que tu momento ya se había terminado, que había que pasar la página y leer el final.
A ti, que eras la alegría en persona y no había nube en todo el firmamento que osara teñir de gris tus días. Ni aunque lo intentara con toda su alma. Porque para ti no había día malo, sino cosas que no salían como querías. O cosas que había que intentar más veces. Sin desánimo, sin desazón, sin desespero.
A ti, que supiste vivir a tu manera. Sin pretender ser quien no eras. Sin prometer lo que no tenías. Sin aparentar lo que la gente espera. Sin ataduras de ningún tipo, sin peros ni reproches que se pudieran volver en tu contra. Sin arrepentimientos inútiles ni expectativas mal cumplidas. Viviste al día, a tu ritmo y a tu arbitrio. Lograste que en tu día a día no faltara aquello que te daba luz.
A ti, que siempre fuiste sin rodeos a por lo que querías, sin miedos que hicieran temblar tu pulso. Sin titubeos que aminoraran tu paso o te hicieran cambiar de rumbo, si no era por tu voluntad. Pisabas con fuerza, de frente y tarareando, como si fuera lo más sencillo del mundo. Cantabas con desvergüenza y descaro, sin preocuparte de lo que la gente pudiera pensar.
A ti, que no sabías lo que era hacer daño a conciencia o manipular por propio interés. Que eras bondad en estado puro. Que sabías dar sin esperar las vueltas, ayudar con paciencia y crear ilusiones a tu alrededor.
A ti, que supiste ponerte el mundo por montera y hacer de tu vida un carnaval de colores. Para ti, cada día te ofrecía una aventura que no dejabas escapar. Decisiones que tomabas sin pensar en lo que otros harían en tu lugar. Sin dejar que nada ni nadie que te importara se te traspapelara ni cayera en el olvido.
A ti, que te fuiste sin remordimientos ni cargos de conciencia. Con la ilusión de un niño al que le quedan muchas cosas que hacer y la experiencia de un adulto que ha vivido mucho. Con la gracia que siempre tuviste y la personalidad que nadie pudo arrebatarte. Con tu gran corazón de oro, del que pocos pueden presumir.
A ti, que te fuiste antes de tiempo.
Gracias por todo.
Patricia Ayuste.
9 Comentarios
Soldadito Marinero
11 julio, 2016 a las 6:23 pmA veces se nos va gente que deja un gran vacío, pero también recuerdos como estos. Un saludo 🙂
Entre suspiros y un café
14 julio, 2016 a las 8:08 pmY qué bonitos son muchos de estos recuerdos que podremos disfrutar siempre que queramos…
Gracias por leerme 😉
Patri.
Paula
11 julio, 2016 a las 6:52 pmHas conseguido poner sobre un papel el dulce/amargo del que ha perdido un ser querido. Gracias.
Entre suspiros y un café
14 julio, 2016 a las 8:09 pmGracias Paula. Ha sido mi pequeño homenaje personal a una persona muy especial para mí.
Un beso,
Patri.
Egle Gimenez Rossi
16 julio, 2016 a las 1:18 amGran homenje muy bien escrito. No muchos pueden palabras como éstas de Patri. LIndoooo.
Entre suspiros y un café
17 julio, 2016 a las 2:04 pmMuchas gracias, era difícil escribir y poner en palabras tanto sentimiento… Pero necesitaba expresarlo. Gracias por saber valorarlo:)
¡Un beso!
Patri.
elbauldelasvidas
17 julio, 2016 a las 1:36 pmMe has hecho llorar… Qué bonito, Patri. Eres una artista. Qué oleada de sentimientos.
El recuerdo es el mejor homenaje que se le puede hacer a alguien.
Un beso.
Entre suspiros y un café
17 julio, 2016 a las 2:05 pmGracias por leerme… Era una entrada especial para alguien especial. Creo que de alguna manera he podido expresarlo lo que sentía 🙂
¡Un beso enorme Dani!
Gracias – Entre suspiros y un café
31 diciembre, 2016 a las 6:21 pm[…] que tienes y lo que no. Cada momento, cada persona, cada despedida. A no temerle y a saber cuidar a los que de pronto se van, antes de que se […]