Entre Suspiros y un Café
Crecimiento

Peter Pan

“—Y como cada día a esta hora, lo mejor está por llegar—“. Le dijo Peter Pan a Campanilla.

 

Dicen que todo adulto lleva por dentro al niño que una vez fue.

Que es fácil que no recuerdes en qué momento dejaste de jugar y temiste caer al suelo. Cuando desaparecieron las tiritas y la mercromina, las colecciones de cromos y las bolsas de chuches como regalo de cumpleaños. Cuándo aparecieron los miedos, se complicó la vida y se esfumaron algunos sueños.

infancia

Aquel que quería comerse el mundo, tenía cero miedos y presumía de una gran ilusión por bandera. El mismo que un buen día creció y pareció desaparecer. Y que hoy vive a la sombra, en un mundo de adultos, contemplando sin entender y callado por no saber. Que se siente adormecido y hasta aburrido por no participar.

Abandonado por no sentirse escuchado.

El niño que, aunque no lo veas, sigue ahí. Aunque no lo escuches. El que está dispuesto a sacar sonrisas olvidadas y a quitar el hierro que pesa. El que quiere volver a ser quien era, si le dejas. El que quiere volver a soñar, crear, imaginar y no temer.

El que es pura alegría sin que haya una pena real de fondo. Espontaneidad sin reservas y creatividad sin límites conocidos o sospechados. Diversión contagiosa, inocencia no fingida y curiosidad sana por todo lo que le rodea. Sensibilidad al decidir y naturalidad al actuar.

Quien se muestra como es y no finge ser cualquier otra persona.

Un niño que, si le dejas, te dirá que no le gusta lo que ve. Que se niega a crecer del modo en que lo hacen los adultos. A caer tan fácilmente en el aburrimiento, en el conformismo ante los problemas y en el miedo ante el fracaso. El que prefiere volar cuando quiere coger perspectiva.

El que busca la ilusión ante cada comienzo.

El niño que sabe jugar a todo sin que sea el que siempre gana. Quien sabe que lo importante es participar. Buscar el equilibrio, esquivar pelotazos y devolver las jugadas. Quien evita hacerse daño a sí mismo y trata de no hacerlo a los demás. Y si se cansa o no le gusta el juego, lo para.

Quien sabe que parar, a veces, es necesario.

El niño que no se olvida de lo que es importante para él, pero a la vez le hace muecas a la vida. El que sabe cuáles son sus obligaciones y disfruta como nadie en sus ratos libres. El que no descuida su yo y sabe lo que necesita. Y lo pide.

El niño que espera a que le mires a los ojos y le invites a jugar contigo. A quererte. A cuidarte. De quien te has olvidado estos últimos años, pero quien no te ha olvidado de ti. Quien te ha acompañado sin robarte protagonismo desde hace tanto tiempo. Sin hacerse notar. Sin hacerse de rogar.

El niño que te puede ayudar a recuperar la sana curiosidad que te hacía preguntar sin miedo a lo que otros pudieran pensar. A que dejaras la lógica a un lado y escucharas más.

A que te escucharas más a ti.

nina

El niño que te puede recordar cuáles eran tus sueños, aquellos por los que querías crecer. Aquellos que movían tu mundo. Aquellos por los que querías arriesgar y saber en qué punto están.

El niño que te animaría siempre a equivocarte y volver a empezar. Quien no se burlaría de ti y te apoyaría hasta el final. Quien pondría la nota de color en el mundo gris de los adultos.

Quien te recordaría aquello de que lo mejor está por llegar. Y que debes creer en ti.

 

Patricia Ayuste.

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2 Comentarios

  • Responder
    elbauldelasvidas
    25 julio, 2016 a las 11:33 pm

    Me ha encantado, Patri. Yo de pequeño quería crecer. Ahora, si pudiera volver atrás, me diría que no tuviera prisa y disfrutara. Lo que daría por volver un día a la infancia!

    ¡Un besazo! 🙂

  • Responder
    Entre suspiros y un café
    30 agosto, 2016 a las 8:11 pm

    ¡Gracias Dani! Pues ya sabes, saca a tu niño interior siempre que puedas, dale su espacio para que te lleve de vuelta a la infancia y te recuerde cuáles eran tus sueños 😉

    ¡Un besote enorme Dani!

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