Dicen que los finales son a su vez principios.
Que para que algo nuevo llegue a tu vida, primero debes cerrar ventanas por las que ya no entra ningún tipo de luz para abrir aquellas por las que asoma un tímido rayo. O se intuye. O podría pasar. Que debes dejar de leer el mismo el libro, aquel en el que te atascaste hace tiempo, desde casi el principio y no consigues pasar de las primeras líneas.
Que debes empezar por desprenderte de todo aquello que guardas por guardar, por simple pena o porque en su momento tuvo algún tipo de valor, sentimental o no. Pero que hoy ya ni recuerdas de dónde vino. Que debes cambiar cada cierto tiempo la canción, el ritmo y los pasos de baile.
Que debes soltar, dejar ir, liberar lo que ya no. Sea lo que sea.
Suele pasar que los grandes cambios ocurren sin avisar, de improvisto. Cuando te has obsesionado con alguna tontería sin importancia. Cuando andas por andar sin pensar en lo que haces o hacia dónde vas. Cuando te has perdido en medio de una tediosa rutina, en un mar de obligaciones y en un inútil hábito de quejarte de todo.
Que es demasiado fácil caer en el error de pensar que, lo que no hagas hoy, mañana tendrás tiempo. De esperar sin mover un dedo. De aguardar a que las oportunidades –las mejores- aparezcan solas. Que las soluciones te vengan por inspiración. De dar por sentado que la magia se hará sola.
Que, lo realmente necesario, es un simple click. Una señal que te despierte. Que te sacuda. Que te haga abrir los ojos. Que te diga que algo no encaja. Que falta una pieza, una palabra, una decisión. Aunque no sepas bien qué es ni dónde buscar.
Un shock, un revulsivo, un terremoto de grado 7 en la escala Richter. Algo que tambalee tus cimientos emocionales, tus creencias, tus valores. Que te haga ver la necesidad de actuar. De moverte.
De cambiar.
Una luz que se encienda y te deslumbre. Por bonita, por intensa, por necesaria. Por haber mostrarte que, por fin, has acertado el interruptor, cuando habías perdido la cuenta de los muchos intentos que llevabas a cuestas. Cuando ya casi te has cansado de rebuscar y no has dejado rincón intacto.
Un impulso. Como un torbellino que te mueve a actuar y te da la energía que te faltaba. Que tira de ti y al cual sigues sin resistencia.
La inspiración necesaria para encontrar la salida. Y salir del laberinto en el que languidecías. Aquel en el que entraste con fuerza y hasta soberbia. O en el que llegaste de pura casualidad. Por una serie de errores, de decisiones desafortunadas o por pura inactividad. Y en el que empezaste a dar tumbos hasta perderte. Entre sus falsas salidas, vueltas retorcidas y callejones que no te llevan a ninguna parte.
Deshacer los pasos no siempre es fácil. Pero sí necesario.
Un cambio. De los de verdad. De los que son inevitables. De los de ver lo mismo con otros ojos y ver cómo cambian las cosas. De esos que no se quedan en meras palabras y se traducen en hechos. En situaciones. En oportunidades. De esos que te hacen ver lo que no veías hasta ahora, que hacen caer la venda que llevabas en los ojos y que te acercan a donde quieres estar de verdad.
A ver lo esencial. Lo importante. Lo que nos mueve.
A ver todo aquello de lo que no eres consciente. Lo que no registrabas. Lo que mirabas sin ver. Lo que oías sin escuchar. Lo que te negabas a sentir. Lo que se te escapaba entre los dedos.
Aprender a reconocer lo que te chirría, lo que más llama la atención, lo que sientes fuera de lugar. Incluso si eres tú.
Aprender a conectar contigo. Con tu vida. Con tus sueños. Incluso con tus miedos. A ver que los retos son más que posibles y que los límites no son tan altos como temías.
Empezar a ver las posibilidades de perder como auténticas oportunidades de aprender. De Crecer. De ganar.
Empezar a ver que hay quimeras que no lo son tanto.
Y que solo cuando eres consciente de lo bueno que te rodea, la vida te seguirá regalando alegrías.
Patricia Ayuste.
4 Comentarios
Ola Blanca
22 September, 2016 a las 7:32 pmY lo gratificante que puede llegar a ser el encontrase con uno mismo y conocerse hasta en lo más profundo… Cuesta dar el paso de ver la vida de esa forma, pero una vez se hace, llega a ser adictivo, al menos para mí. Un no parar de encontrar enseñanzas de cualquier tipo en todas las situaciones que nos vamos encontrando. Un auténtico placer.
Besos,
Ola Blanca.
https://www.facebook.com/entreconjeturasyteoremas/
http://entreconjeturasyteoremas.blogspot.com.es/
Entre suspiros y un café
3 October, 2016 a las 9:09 pmY tanto que es gratificante, por difícil y hasta pesado que pueda ser al principio. Es empezar a tomar conciencia de tantas cosas…
Muchas gracias por leerme y dejarme un comentario tan bonito.
¡Un beso!
Patri.
Somewhere in town
27 September, 2016 a las 8:22 pmA mi siempre me ha costado dejar ir, soy una eterna nostálgica. Pero es verdad que es importante aprender a cerrar un libro que ha terminado, sea cual sea el final…
Entre suspiros y un café
3 October, 2016 a las 9:10 pmSI no dejas ese libro que ya has leído, no podrás seguir leyendo y descubriendo otros libros que seguro te encantarán también.
¡Un beso!
Patri.