Viernes tarde.
Una lasaña recién salida del horno, dos copas de vino blanco a medias y el sonido amortiguado de una persistente lluvia a través del cristal.
Qué complicado es saber cuánto tiempo se quedará una persona en tu vida.
Tratar de leer entre líneas las intenciones que hay detrás de esa mirada, de las palabras, de los silencios. Imaginar si pretende echar raíces, de las profundas, que acaban dando sus frutos y crecer sin límites con el tiempo. Si quiere quedarse y no solo fingir hacerlo.
Tratar de adivinar si, por el contrario, está de paso por una temporada. Por el motivo que sea, que quizá no eres tú. Si pretende extender las alas el día más inesperado y seguir su vuelo. Libre, y sin ataduras. Si cambiará de aires en la próxima primavera, llevándose consigo los recuerdos, su mirada y sus palabras. O si dejará algo tras de sí.
Y da igual que la razón te diga que por mucho tiempo, o que decidas aferrarte con fuerza a esa idea, porque es lo que quieres creer. Da igual que la confianza te pida no dudar o que tus sentidos te convenzan de lo que sea. Da igual que tu experiencia te diga que quizá sea menos o que la intuición te susurre que no será para tanto.
Porque, de una u otra manera, las personas están de paso.
Incluso ese amigo “de los de toda la vida”, y que diste por sentado que así seguiría siendo. Que ni te planteaste que pudiera cambiar. Ese amigo o tú. Y que, por excusas o con motivos, la distancia crece, el olvido se asienta y la relación se va enfriando si ninguno de los dos pone remedio.
Incluso una de esas personas que hoy sientes más cercana, más imprescindible, más tuya. Con quien hoy cuentas para todo. Y quizá un día empieza a no sumar tanto, y a restar poco a poco.
O incluso uno de esos encuentros casuales, muy reciente, con quien sientes que la historia no ha hecho más que comenzar. Que continuará seguro. Con quien no sabes muy bien cómo, pero sí que habrá un algo más. Y que quizá lo hay, o quizá no por mucho tiempo. Y hasta puede que al final se quede en nada.
Porque hay personas que un día conoces por casualidad. Por el motivo más tonto, o por el más concreto, aunque no siempre lo veas a la primera. Aunque incluso a veces no pienses que lo haya.
Siendo quizá el lugar lo que menos, pero el momento lo que más.
Personas que, como la vida, de alguna manera te cambian cuando llegan.
Hay quienes te enseñan que equivocarse es una opción más y para nada la peor. Que lo bueno es que elegiste y que esconderse nunca saldrá bien. Que en cuestión de prioridades, escucharte es lo más sano y que después de romperse, la única salida es precisamente salir adelante.
Hay quienes te devuelven la esperanza que sin darte cuenta habías pisoteado. A volver más a ti y a dejarte llevar menos por lo demás. A ver la vida desde sus mil perspectivas, a ver que hay muchas más opciones que las que en un principio creías y que las salidas pueden ser infinitas.
También hay quienes te enseñan a no ser como ellos. A que llegues a entenderlos – o al menos a intentarlo – pese a no compartir lo que hicieron o dejaron de hacer. Lo que dijeron o lo que optaron por callar. El trato que te dieron o el que hubieras preferido recibir.
Hay quienes te enseñan que cambiar esas ideas que un día defendiste a ultranza puede no ser tan malo, más bien al contrario. Que puedes cambiar de dirección cuando ya casi estabas llegando sin sentirte mal por ello. Y que, aunque habías decidido seguir un camino hasta el final, puedes frenar en seco y hasta dejar el neumático en el asfalto si decides que ya no más.
Hay quienes te enseñan a serte más fiel que nunca. A ti mismo. A cuidarte, como otros nunca sabrán. A quererte mejor. A saber bien lo que mereces y lo que no. A ponerte delante cuando sí y a hacerte a un lado en cualquier otro caso.
Y hay quienes más te enseñan, justo cuando se van.
Quienes te enseñan que a veces hay que marcharse, por difícil que te resulte pensarlo. Marchar para seguir volando alto. Para buscar lo que te falta. Para abandonar lo que ya no lo hace. Sean lugares, momentos o ideas que te atrapen.
Personas que, aunque mañana no estén a tu lado, de alguna manera, seguirán estándolo.
Personas que no dejarán de inspirarte, aunque hoy estén de paso.
Patricia Ayuste.
7 Comentarios
Arpon Files
14 septiembre, 2019 a las 8:04 pmDefinitivamente cierto y, aún más definitivo, estamos de paso, y por muy poco tiempo (Nunca sabemos cuanto), en este mundo. Vivamos momento a momento. Un gran abrazo
Patricia
14 septiembre, 2019 a las 8:06 pm¡Otro para ti! ?
Palabras Cosidas
15 septiembre, 2019 a las 12:03 pm¡Hola Patricia! Me ha gustado mucho esta entrada, hace tiempo que te sigo, ojalá no pares de escribir. ?
Patricia
15 septiembre, 2019 a las 5:12 pm¡Gracias! Me alegra mucho, un abrazo!
Palabras Cosidas
15 septiembre, 2019 a las 5:21 pmNo, gracias a ti por escribir estas maravillosas entradas.
Mayte
15 septiembre, 2019 a las 1:07 pmHola, te encontré por casualidad. Y me quedo contigo.
Me llega, y me llena lo que escribes y como lo escribes. Gracias
Patricia
15 septiembre, 2019 a las 5:13 pm¡Muchas gracias Mayte! Espero que disfrutes mucho por el blog.
Bienvenida y un abrazo ?