Entre Suspiros y un Café
Gestión emocional

No crezcas nunca

No crezcas antes de tiempo.

Sigue creyendo que las fantasías no solo están en la magia, en los sueños o en los cuentos, sino que se cumplen. Que pueden ser verdad si les dejas. Y si no las abandonas antes de tiempo.

Deja que tu imaginación vuele ligera, sola y libre. Que te lleve tan lejos como seas capaz de inventar, que borre la palabra difícil y que te acerque a esos imposibles a los que tantas ganas les tienes. Y tan lejanos y difíciles ves.

Olvida lo que es el miedo. Y que los sustos se queden en sustos. Deja que sea tan pequeño que se vaya con un simple cura sana o un volvemos a empezar, esta no cuenta. Que se vaya al encender la luz, al ver una cara querida o al poner los pies en tierra. Que no sepas lo que es. Que no te impida nada.

Y no te impidas ser tú. Tu espontaneidad, tu inocencia e incluso lucir tus cicatrices. No dejes de ser lo que quieras ser. Sea un superhéroe, un bombero que llega a la luna o el más famoso buscador de tesoros. Y no la pierdas. La magia de ser tú, por completo. Sin peros ni nada que se le parezca.

Y brilla.

Brilla con cada ilusión que tengas. Con la que, dicen, eres capaz de mover el mundo. La que llevas por dentro y te cuesta disimular. A la que te cuesta renunciar y saca a relucir lo mejor de ti. Y de lo que eres capaz.

Que nada ni nadie borre tu sonrisa. Ni siquiera tú. La que no entiende de ocasiones mejores o peores, sino que sabe bien aquello de que cualquier momento es bueno. La que cuesta bien poco y da luz en abundancia. La que ablanda, conmueve y embellece. La que habla de ti.

No pierdas esa bondad innata que en los niños es obvia. La que nos borran a base de falsas promesas, una pila de mentiras y un sinfín desencantos varios. Esa capacidad de perdonar una vez más. La que, en poco tiempo, olvida por completo. La que busca la unión y no habla de distancias. La que no entiende de colores, fronteras ni etiquetas.

La facilidad de hacer borrón y empezar la cuenta de nuevo.

Mete las manos en arena. En pintura. En colacao. Explora por donde la curiosidad te diga, dibuja en las paredes, salta en los charcos de lluvia. Súbete a algún columpio, trepa por un árbol, chupa la cuchara del chocolate hasta que no quede más. Que no te quedes sin hacer nada de lo que te apetezca, por tonto o infantil que te suene.

Y pregunta mucho. Esto, aquello, lo otro. Todo. No te quedes con la duda de cuánto queda, de dónde estás y de por qué.

Que te llenes de nervios bonitos, que los hay. Los que te hacen contar el tiempo y cada segundo. Los que te dibujan una sonrisa de lo más bobalicona. Los nervios que revolotean el día de antes, al irte a dormir o en el momento de abrir. Sea una puerta, un regalo o los ojos. Sea en el día de tu cumpleaños, la noche previa a Navidad o sea una llamada que llevabas tiempo esperando.

Deja salir lo que lo pide a gritos, y no te ahogues sin pedir ayuda. Que siempre tengas un flotador a mano, una tirita que cicatrice o un abrazo que te cure a tiempo. Y despeje los gritos, las pesadillas y la falta de oxígeno.

Corre con todas tus fuerzas a donde sea que tu instinto te lleve. Grita como si a nadie le molestara, pero siempre que sientas que debes hacerlo. Y llora, sin importar que otros te miren. Sin importar la que cara que pongas. Sin importar si no sabes el motivo. Pero llora hasta que tus ojos sonrían de nuevo.

Que disfrutes en donde hoy estás, con quienes ya están, sin necesitar nada más. Sabiendo que nada ni nadie es eterno, pero viviendo como si lo fueran.

Abraza en cada ocasión que tengas. No dejes de abrazar porque sí, sin esperar a que el otro te abrace primero. Que hay cosas que se contagian solas y otras que nunca es bueno guardarse dentro. Que el cariño crece cuando se comparte. Que las cosas no se dicen, se hacen. Que hay ocasiones que no se repiten dos veces.

Mira cada día como si fuera el primero, vívelo como si fuera el último.

Y no crezcas nunca, es una trampa.

 

Patricia Ayuste.

 

PD: Feliz Noche de Reyes.

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