Entre Suspiros y un Café
Paz interior

Esto también pasará

La contradicción de haber frenado en seco la vida sin quererlo, de conformarnos con observar el mundo a través de un cristal y de esperar –sin saber bien hasta cuándo- entre cuatro paredes.

Los estantes vacíos. Medir distancias. Las colas en los supermercados. Y en las farmacias. Pensarnos bien si salimos. Comprar por si acasos. Mirar las noticias. Que las cifras asusten y aumenten. Que las tosen asusten todavía más. Los nervios mal disimulados de algunos. Tocarnos la cara. Y perder la cuenta de las veces que van.

Sumar límites y restricciones. Más agua. Más jabón. Lavarnos las manos a fondo. Las mascarillas. Y los guantes. Los bares cerrados. Librerías con las persianas bajadas. Como casi todo. El silencio en la calle. Los planes cancelados. Las crecientes distancias. Los abrazos aplazados.

Y la vida en modo pause.

Hay cosas para las que no estamos preparados.

Ni tú ni yo. Ni nadie.

Y puede que no lo estemos ni hoy, ni mañana, ni en el más corto plazo. Porque hay situaciones que requieren de más espacio para asimilarlas y reaccionar, y hay personas que necesitan su tiempo para espabilar.

Que hablar de lo que hubiéramos hecho ayer, sabiendo lo que sabemos hoy, es fácil, pero ya no sirve.

Que, a menudo, pecamos de creer saberlo todo o de no creernos nada en absoluto. De exagerar donde no hay motivos, de entrar en pánico demasiado pronto o de tomarnos muy a la ligera cualquier aviso. Por importante que sea. Y venga de quien venga.

Que no siempre sabemos darle la importancia real que tienen las cosas en su momento oportuno. Anticiparnos. Actuar. O parar por completo. Que, a veces, el tiempo se nos echa encima de golpe. Y aunque todo sean prisas, mejor tarde que nunca.

Que en ocasiones toca frenar en seco. Y aprender a vivir a otro ritmo.

Aunque sintamos que nos falta el aire. Y los planes. Y los abrazos. Todo aquello que hasta hace poco sí, y que ahora se nos escapa sin que podamos hacer nada por retenerlo. Lo que ahora queda detrás de una ventana. Y fuera de cuatro paredes. Aquello a lo que ni nos podemos acercar. Todo aquello que dábamos por sentado y que ahora más echamos de menos.

La necesidad de salir, de aire fresco, de liberad. De elegir sin restricciones. De traspasar el cristal. De hacer cualquier otra cosa salvo esperar sin más. Las ganas que se quedan en ganas. Sentirnos en un pequeña burbuja y comprobar que, por muchas redes que hayan, nada como las personas en carne y hueso.

Pensar en todo y, a la vez, en nada. En que pudimos hacer esto, aquello, o cualquier otra cosa.

Pero sabiendo en el fondo que no siempre podemos volver a empezar como si no hubiera pasado nada, ni dar marcha atrás, ni borrar los últimos pasos. Que hay situaciones que nos sobrepasan y que, en algunos casos, la realidad supera cualquier ficción y derriba todos los mitos. Y nos toca improvisar sobre la marcha. Y aguantar el tipo mientras todo pasa.

Pero lo que es seguro es que, igual que todo esto llegó, también pasará algún día.

Que lo que hoy vemos tan negro, en un tiempo se aclarará. Volveremos a ver el sol, a acortar distancias y a bailar en la calle, en lugar de los balcones. Volveremos a salir sin pensárnoslo, a subir persianas y a amontonar planes. Dejaremos atrás todo lo que podamos, y nos quedaremos con lo bueno.

Nos quedaremos con la solidaridad recibida y enviada. Las ideas para entretener a los más pequeños. La creatividad en días de encierro. Los memes que acaban en carcajadas. Y hasta en lágrimas de risa. A pesar de todo. Pero que sacan lo mejor de cada uno.

Los conciertos en YouTube live. Gratis. Y las clases de yoga, de piano y de lo que sea. Los libros que teníamos pendientes. Y los que compramos a última hora. Conocer mejor a quienes tenemos al lado. Las conversaciones que no se hubieran dado de otro modo.

Los pequeños gestos. Los buenos vecinos. La ayuda desinteresada. Sentirnos arropados. Poner nuestro granito de arena. Tener tiempo para nosotros. Ese que siempre echamos en falta.

Los aplausos en el balcón. Caceroladas, cantos y bingos improvisados. Los mensajes de ánimo, de cariño y de futuro. Dar las gracias a los pequeños grandes héroes. Los que no llevan capa pero vuelan bien alto estos días. Y nos cuidan.

El amor en forma de whatsapp. De audio. De videollamada. De cualquier otra forma que salve la distancia. Las restricciones. Y el encierro. El cariño que anima a seguir, a cuidarnos, a dar lo mejor.

La fuerza para aguantar día tras día.

Sabiendo que esto también pasará.

Pero hasta entonces, mucha paciencia, sensatez y ánimo.

A cuidarse.

 

#yomequedoencasa

Patricia Ayuste.

 

 

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2 Comentarios

  • Responder
    Pepa
    20 marzo, 2020 a las 7:10 pm

    Me ha encantado leerte Patricia. Claro, que todo pasará.
    Hasta entonces, positivismo, paciencia y a seguir escribiendo textos tan bonitos.

    • Responder
      Patricia
      21 marzo, 2020 a las 4:21 pm

      ¡Gracias bonita! Entre unos y otros nos animamos y ayudamos a llevar este encierro mientras esperamos que pase pronto.

      Un abrazo enorme, cuídate.

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