Asómate más. A la vida. A lo que tienes delante de ti. A lo que temes mirar de frente. A todo lo que está esperando ahí fuera. Como si no fueras a equivocarte o importara poco que lo hicieras. Como si los finales felices no estuvieran solo en los cuentos. Como si nunca hubieras ahogado ninguno de tus sueños por miedo a no cumplirlo.
Brilla en cada ocasión que tengas. Sin importar lo que otros digan o que nadie aplauda. Sin importar que el día se vista de gris o que no haya nadie que pueda verte. Brilla como si nada ni nadie pudiera apagarte.
Camina sin estar pendiente de lo que dejas detrás. Como si nunca te hubieras llenado de heridas las rodillas, de tiritas los pies o de dudas el corazón. Como si supieras hacia dónde vas, aunque no tengas ni la más remota idea. Aunque vayas incluso a ciegas. Camina como si tuvieras un faro al que seguir. Una estrella como guía. O tu propio camino de baldosas amarillas.
Déjate la ilusión en cada comienzo y la piel en cada sueño. Y por más veces el contador a cero. Como si verte de nuevo en la casilla de salida fuera anticipo de victoria y no sabor a derrota. Como si no temieras a los finales que llegan antes de tiempo y a verte en un callejón sin salida.
Y que no saber qué viene después sea la libertad de elegir lo que prefieras.
Déjate de tomas falsas, de ensayos y de esperas. De mirar de reojo mientras deshojas la margarita. Y vive como si la vida fuera un continuo directo. Que lo es. Como si no siempre tuvieras una segunda oportunidad para hacer mejor las cosas. Como si nunca fueras a vivir un nuevo día por segunda vez.
Di más veces que sí. A todo aquello que imaginas cuando cierras los ojos. A todo aquello por lo que suspiras las noches de domingo. Como si no supieras lo que es un no como respuesta. Como si nada pudiera pararte ni temieras las posibles consecuencias. Como si nunca hubieras fallado.
Como si creyeras que los imposibles no lo son tanto.
Encuentra tu salvavidas. Tu manera de flotar cuando el agua te llegue al cuello. Cuando la orilla parezca demasiado lejana y no toques con los pies el suelo. Cuando no sepas si derecha o izquierda, si norte o sur o si dar una vuelta completa. Como si nunca fueras a hundirte, pese a que sientas que quieres rendirte.
Y coge aire cada vez que metas la cabeza bajo el agua.
Olvida las instrucciones que te dieron al llegar. Las que nadie lee nunca. Las que no te llevan a ningún lugar. Como si nunca necesitaras más guía que la tuya propia. Como si tu intuición pudiera llevarte allá donde tu corazón te diga que quiere estar. Y déjale que te lleve.
Pon distancia de todo lo que te haga sentir cualquier cosa, menos bien. De todo aquello que te quite ganas, alegría o sueño. De todo lo que te reste por dentro. De quienes no pongan la misma ilusión, estén a medias o tengas que ir siempre tras ellos.
Pon tus cinco sentidos en todo lo que hagas y dale sentido a aquello que amas. Que nada te aparte de lo que te nutre por dentro y despierta tu sonrisa. Que nada te impida ser lo que llevas grabado en tu ADN ni te obligue a sentirte más pequeño de lo que eres.
Ni nada… ni nadie.
Regálate tiempo. Retenlo antes de que se te escape entre los dedos. Antes de perderlo en estupideces. Antes de malgastarlo con quienes no saben apreciarlo. Atrápalo como si fuera realmente tuyo. Como si no tuvieras que dar explicaciones a nadie. Como si nunca fueras a vivirlo de nuevo.
Ríe mucho más alto. Y por todo. Y no te dejes ninguna risa pendiente. Y no sonrías solo para la foto. Que sepas apartar las piedras del camino, separar el grano de la paja y abandonar las causas perdidas. Que encuentres más motivos para ser feliz que excusas para llorar. Que no pierdas de vista lo importante y que lo insignificante no pueda nunca apagarte.
Quiere con todas las letras. A quienes te lo demuestran a pleno sol y bajo la peor de las tormentas. A quienes se convierten en imprescindibles por méritos propios. A quienes no son un simple capítulo, sino que forman parte de tu propia historia.
Quiere pese a que no todo sea de color de rosa. Como si no fuera a dolerte nunca. Como si no hubiera un final para cada historia.
Y quiérete cuando necesites parar el mundo. Como si fueras tu mejor amigo. Que lo eres. Como si nada fuera para siempre.
Y quiérete como si no fueras a fallarte nunca.
Patricia Ayuste.
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