Dicen que la vida, en realidad, necesita menos tecnología, whatsapps y prisas de las que gastas. Que te iría mucho mejor si invirtieras en miradas que provoquen sonrisas, en abrazos a quemarropa y en cogerte de manos con las que llegar bien lejos.
Y que te impidan caer.
Que hay cosas que no puedas cambiar. Ni anticipar. Ni evitar. Que ni aunque quieras o te empeñes. Que de nada sirve arrepentirse después ni decir que la próxima vez. Que algunas cosas se tuercen solo un poco y otras demasiado. De la peor manera posible.
Que hay historias que terminan en la peor de tus pesadillas y momentos con sabor a veneno. Que hay oportunidades que se marchan por la tangente y personas que se escapan por la puerta trasera. Que nunca fueron lo que creías. Que nunca fueron tuyas.
Que no salieron como esperabas.
Que hay sustos que te hacen saltar de golpe, como un resorte. Que ni los ves venir ni los escuchar llegar. Con los que gritas hasta quedarte sin aire, sin voz y sin fuerzas. Los que te dejan en blanco, sin luz que te oriente o frente a un callejón sin salida. Sustos que te hacen replantearte todo.
Empezando por ti.
Que hay lecciones magistrales que aprendes porque sí. Aunque no quieras. Por la vida. La misma que te enseña lo que es importante y lo que no. Lo que debería ir primero y lo que no debería entrar nunca. La misma que reserva un espacio para cada cosa, un momento para cada situación y una respuesta para cada pregunta.
Que hay noticias que te dejan ante un fundido en negro. Las hay que cambian tu mundo, lo pausan y lo ponen del revés. Las hay que te hacen reaccionar y decir basta. Noticias que te abren los ojos y te hacen ver lo absurdo que era aquello que te preocupaba antes y te obligan a concentrarte en todo lo que viene después.
Que, incluso en el diccionario, vencer viene a continuación de perder.
Porque la luz siempre encuentra una rendija para colarse. Para hacer un pulso a la oscuridad. Para ser faro en medio de cualquier tormenta. Para iluminar donde las puertas no se abrían -por mucho que llamaras- y donde las ventanas estaban cerradas a cal y canto.
Que hay regalos y sorpresas esperados. Normales. Del montón. Y luego están los que son todo lo contrario. Los que no llevan lazos rojos pero suponen un antes y un después. Los que no van envueltos ni los puedes tocar, pero que te acompañarán siempre.
Que, a veces, se trata de confiar. Aunque vayas a ciegas. En que caerás de pie. En que saldrás a la superficie. En que irás hacia arriba. En que la suerte volverá a tu lado. En que encontrarás la manera. Aunque ahora parezca todo lo contrario.
Confiar en que dolerá un poco, pero valdrá la pena.
Que nada llega si te cuesta creer. Sobre todo en ti. En que los grandes planes son solo cosas de películas. En que improvisar también sale bien. En que lo que hoy te daña, mañana te hace más fuerte. En que las cosas se solucionan y que pocas, por no decir poquísimas, no tienen remedio.
Que, a veces, tu mundo se ha de poner primero al rojo vivo para que pueda cicatrizar. Para que reacciones. Para que busques dónde está la astilla. Para que te dejes de tiritas, apósitos y vendas. Para que vayas al fondo del asunto. Donde duele.
Donde todo empieza.
Que el tiempo ayuda a ver por dónde vas. Y de dónde salir corriendo. Y cura. Que lo que hoy parece importante, mañana puede no serlo tanto. Incluso los miedos. Que, a veces, se trata de aprender a vivir con ello. Con lo que menos te gusta. Con lo que asusta de veras.
Y darte cuenta de que eres más valiente de lo que crees.
Que hay personas que te cambian el día. Tu semana y todas tus perspectivas. Que creen en ti. Que te ayudan a asomar la cabeza, a gritar con fuerzas o a reír sin miedo. Que quizá es un segundo, un gesto o una mirada. Lo suficiente para que sonrías. Para que algo en ti se rompa.
Para que algo en ti se abra.
Que de ti depende lo que hagas. Con lo inesperado. Con los sustos, las sorpresas y las tiritas. Con los giros que da la vida. Con los momentos que te cortan el aliento. Con los besos robados, los reencuentros no previstos y las conversaciones pendientes.
Que de ti depende hacer más de lo que te hace ser tú. De dejar de ser perfecto y buscar lo verdadero. Lo que te hace bien. Lo mejor para ti.
Que lo mejor nace de un gran salto.
Y de lo inesperado que te cambia la vida.
Patricia Ayuste.
2 Comentarios
Pepa
23 octubre, 2020 a las 12:32 pmNo podría estar más de acuerdo.
Que importante es lanzarse.
Me ha encantado leerte.
Un abrazo,
Pepa
Patricia Ayuste
25 octubre, 2020 a las 7:54 pm¡Gracias guapa! Me alegra que hayas disfrutado con mis líneas, espero te hayan inspirado de alguna manera 😉
¡Un abrazo enorme!