Entre Suspiros y un Café
Autoestima

Declaración de intenciones

Me prometo dejar de buscar el manual de la vida y ponerme a vivirla sin tantas instrucciones.

problemas

No tratar de entenderlo todo de principio a fin antes de tomar una decisión, sino seguir lo que instinto o corazonadas me dicten, sin ponerles tantas trabas. No depender en exceso de preguntas para las que no hay –de momento– respuestas y dar por buenas las que a mí me sirvan. Las que a mí me ayuden.

En las que yo crea de veras.

Me prometo escribir de mi puño y letra cada renglón de mi vida. Cada acento. Cada paréntesis. Cada coma. No temer a poner los puntos finales, borrar los puntos suspensivos para que dejen de estar pendientes y empezar sin miedo cualquier hoja en blanco. Decidir dónde hacer una pausa para coger aire, cuánto tirar de mayúsculas y los colores para los subrayados.

Me prometo rebajar la tensión dramática. Aprender en qué direcciones es mejor no mirar, en qué bancos es mejor no sentarme y qué gritos me puedo ahorrar. A no dar la misma importancia a todo ni a todos. A no responder a según qué mensajes, a no esperar que siempre haya una respuesta y a pasar sin pena algunas páginas.

Me prometo arrepentirme mucho menos, no ir hacia atrás y pensármelo dos veces antes de cruzar en rojo. O directamente, no cruzar. Dejar de escudarme detrás de argumentos en los que no creo con tal de ganar alguna batalla. Alguna amistad. O incluso la guerra. Arreglar lo que pueda arreglar.

Y no entrar donde no me inviten a hacerlo.

Me prometo no exigir lo que no me pueden dar. Ni más, ni menos. Darle tiempo al tiempo y dejar que cada uno ocupe su lugar. Aceptar que hay quienes van y vienen, que no todos viajamos en los mismo trenes y que cada uno lleva su propia velocidad. Que cada persona es como es, que no puedes dar lo que no eres y que el amor tiene infinidad de matices. De subtítulos. Y de versiones.

vida

Me prometo no malgastar ni ahorrar mi tiempo, sino vivirlo al día. No escatimar en sueños, en vitaminas para el alma y todo aquello que me dispare la ilusión. Invertir en lo que me haga feliz. Quitar de en medio lo que sobra para buscar el equilibrio y que me salgan las cuentas. Para sumar siempre que pueda. Para multiplicar por dos lo que hace que la vida valga la pena.

O por infinito.

Me prometo tocar el timbre y no salir corriendo. Seguir llamando a todas las puertas que quiera sin llevar la cuenta de las que no se abren. Ni los portazos en la cara. Contar hasta diez más a menudo. Antes de decir algo de lo que me pueda arrepentir. Antes de meter bien la pata. Y encontrar la manera de salir de los enredos en los que me meta.

Me prometo no aguantar hasta los créditos finales para empezar a aplaudir, sino celebrar cada vez que la vida me sorprenda para bien, cuando algo me emocione como para erizarme la piel o por cada sonrisa que alguien se esfuerce en dibujarme. Aplazar mucho menos, agradecer hasta lo más pequeño y vivir al contado. No esperar de más ni creerme menos.

Me prometo dejar las prisas para quien las quiera, andar con mi libertad siempre en los bolsillos y no aguantarme las ganas de bailar cuando suene mi canción. O cualquiera que me incite a moverme. A perder la vergüenza. A crear más lazos y quemar menos puentes. A saltar las olas pese a que me moje hasta las rodillas.

Me prometo no coger frío en cualquier portal. Dejar de buscar a quienes no quieren ser encontrados. Alejarme de quienes no me miran a los ojos, de quienes siempre son tormenta y de quienes crean expectativas sin intención alguna de cumplirlas. De quienes son un jarro de agua helada sobre cada una de mis ilusiones. De quienes no saben –ni quieren– ser valientes por mí.

amor

Me prometo cuidar a quienes me cuidan, a quienes van primero por méritos propios y a quienes dan sentido a buena parte de mis historias. Cuidar a aquellos con quienes puedo correr bajo la tormenta, a quienes puedo confiar cualquiera de mis desperfectos, a quienes no desaparecen después de verme arder. A quienes brindan a mi salud.

Y querer mejor a quienes no esperan a mañana para hacerme un poco más feliz.

Me prometo confiar más en mí, cuando las cosas se pongan un poco feas. Cuando la vida se ría de mis planes. Aprender a vivir con los vacíos y no a rellenarlos con lo primero que encuentre. Aprender a no aferrarme a antiguos traumas, a no creer en cualquier fábula y a no aceptar razones sin pies ni cabeza.

Me prometo seguir creyendo en la magia, en mi suerte y en mis ideas. No dejar de soñar ni un instante, no quedarme sin motivos para sonreír y amar por encima de mis posibilidades.

Me prometo apostar más por mí.

Ser más yo y menos cualquier otra persona.

 

Patricia Ayuste.

 

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