Es una suerte tener a quienes se quedan a tu lado con todas las consecuencias. Aquellos que siguen ahí con el paso de los años, de las décadas y de la distancia. Quienes acuden corriendo a tu llamada, escuchan tus más interminables audios y te dejan creer que tienes la razón aunque no la tengas. Quienes son capaces de dar la vuelta al mundo contigo para encontrar aquello que te hace falta.
Es una suerte tener quien siembre calma cuando tu futuro se tambalea, tus días se complican y tus esperanzas hacen aguas. Quien comparta tus locuras. Hasta las más rocambolescas. Con quien hacer y deshacer y no arrepentirte de nada. Quien se vuelca por ayudarte incluso cuando quieres pero no te atreves a pedirlo. Quien te da la mano para que hagas pie. Con quien tomarte unas cervezas cuando la realidad te supera o cuando todo lo que quieres es ponerte el mundo por montera.
Es una suerte tener con quien poder ser tú sin tus habituales capas de cebolla, kilos de maquillaje y filtros de Instagram. Con quien no tener que aparentar que sabes de todo, que eres esto o lo otro o cualquier otra cosa que no seas. Con quien no solo muestras tus virtudes sino que puedes sacar a la luz tus defectos. Tus miedos. Tus inquietudes. Y no morirte de vergüenza por ello.
Tener a quienes te aceptan tal cual eres y no pretenden cambiarte en lo más mínimo.
Es una suerte tener a quien sabe cómo hacerte sentir bien. Quien es todo lo contrario al ruido, sabe qué callar y cuándo dar la luz. Quien sonríe cuando te piensa, se acuerda de ti sin venir a cuento y se emociona cuando te ve brillar. Quien te enseña a quererte. Quien te cura el vértigo para que te atrevas a volar bien alto.
Es una suerte tener en quien confiar sin ningún tipo de duda. A quien poder contarle tus jaleos mentales, tus batallas más profundas y tus líos sentimentales. Con quien poder desnudarte sin miedo a que te juzgue. Quien quiera –y sepa- escucharte y no deje que te ahogues en un vaso de agua, en un estanque en calma o en la peor tormenta del siglo. Quien te haga ver las cosas como son.
Quien multiplique tus posibilidades y te enseñe que queda mucha vida después de unas cuantas lágrimas.
Es una suerte tener cerca a quien no escatima en hacerte feliz. Quien ríe contigo y te devuelve la sonrisa cuando la has perdido. Quien consigue que las lágrimas no sean demasiado amargas. Quien siempre tiene tiempo, abrazos y cosquillas para ti. Con quien inventar excusas para alargar el café, coger aire antes de saltar y refugiarte de la peor batalla.
Con quien lograr vencer cualquier pesadilla que amenace con hacerte caer.
Es una suerte tener por quienes dar gracias a diario. Por quienes llegaron y nunca se fueron. Por quienes estuvieron en su día y dejaron una huella para siempre. Incluso por quienes están de paso y quienes nunca tuvieron intención de permanecer. Por quienes tanto te enseñan y de quienes tienes mucho que aprender. Por aquellos a quienes puedes volver siempre que quieras. Por quienes puedes apostar y no quemarte.
Por quienes son un recordatorio constante de aquello que vale la pena.
Es una suerte tener a quien te inspire. A quien le importes y te aporte. Quien sepa tirar de ti cuando no te decidas a dar el paso. Quien tenga esa chispa tan especial que le haga irrepetible. Y que te contagie de lo bueno, lo mejor. Quien no sea simple fachada, humo o trucos de magia. Quien ocupe un lugar entre tus favoritos por méritos propios. Quien sepa llenar espacios y no dejar vacíos.
Junto a quien echar raíces sea un futuro seguro.
Es una suerte tener a quien querer y saber que te quiere de vuelta. A quien querer sin límites, sin peros y sin ningún miedo. Quien te quiere y no teme decírtelo. Y te lo dice. Y te lo demuestra en cada ocasión que tiene. A pleno sol, en medio de una tormenta o cuando nadie mira. Quien escucha hasta lo que no dices.
Quien sabe que lo que no se expresa es como si no existiera.
Es una suerte tener a quienes llamar familia y quienes te sienten como tal. Quienes forman parte de ti y se convierten en un verdadero hogar. Quienes son muelle en el que atracar cuando necesitas una pausa, faro con el que guiarte cuando tu orientación te falla y resguardo donde cobijarte cuando las cosas se ponen feas. Con quienes crear historias y enmarcar momentos.
Quien sientes que es el mejor regalo que podías imaginar.
Es una suerte saber de quién rodearte. Y a quien tener cerca.
Que ciertas personas se crucen en tu camino.
A quien encontrar cada vez que le busques.
Y tener para quien eres una auténtica prioridad de vida.
Patricia Ayuste.
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