Entre Suspiros y un Café
Amor propio

Que tengas

Que tengas pequeñas dosis de felicidad diaria. De esa que, por momentos, parece infinita. De esa que abriga cuando la soledad, el frío y la nostalgia acechan. De esa que te hace olvidar todo lo que pudiera salir mal y te devuelve la sonrisa. Y la esperanza. De esa que, aunque frágil, te hace sentir invencible.

Y que la fortuna está de tu lado.

felicidad

Que tengas siempre a mano un remedio para los días tontos. Para superar la tristeza, templar los nervios y levantarte del suelo. Para esquivar las colisiones que terminan mal, los puntos de sutura que se pueden evitar y los tropezones por no mirar donde debías. Para enderezarte cuando tus planes se tuercen, quitarle hierro a cualquier inconveniente y bajar las décimas de malestar.

Y para no dejarte arrastrar por la peor de las tormentas.

Que tengas las ideas bien claras y la voluntad por las nubes. Que sepas despejar tus dudas, tus incógnitas y tus dilemas. O que sepas a quién pedir ayuda. Que no permitas que los problemas se te hagan bola, los nudos te aprieten y tus zapatos te rocen. Y te destrocen. Que andes con el paso firme y lo más ligero posible.

Que nada te impida tomar impulso, soltar amarras y ponerte en marcha.

Que tengas el valor para hacer, expresar o gritar si hace falta. Para no quedarte en silencio aunque no encuentres las palabras. Para no guardarte nada que suponga un riesgo para ti y que te pueda poner en peligro. Y que te haga temblar por dentro. Valor para decir que sí bien alto o rechazar algo sin sentir que la culpa te quema.

Valor para contar la verdad, aguantar miradas y cruzar infiernos.

Que tengas la fuerza de tenerte siempre en cuenta. De querer salvarte a tiempo y no esperar hasta que las llamas toquen el techo. De saber hacerte un hueco, asomarte a la ventana y a no forzar las piezas que no encajan. De no regalarte a cualquiera ni enamorarte si no te quieres, primero, a ti. De no quedarte en la cuneta, de aprender a pedirte perdón y a saltar por mucho miedo que sientas.

Que sepas cuándo apretar el botón de pausa, pisar el freno o poner quinta y acelerar a fondo.

tu

Que tengas el ánimo bien alto y sepas cómo cuidarlo. Que puedas bajar la guardia de vez en cuando sin sentir que tu mundo pueda venirse abajo. Que no vivas entre mínimos ni te fustigues cuando te encuentres bien lejos de tus máximos. Que renunciar a una cima no sea el final de tu escalada, que cambiar de horizontes mejore tu perspectiva y que perder el equilibrio te regale un nuevo punto de partida.

Que sepas cuándo plegar velas y cuándo apostarlo todo.

Que tengas los brazos abiertos a lo que pueda llegar. Que temas cada vez menos soltar y no te importe empezar desde cero. O desde donde sea. Que te lamentes por poco –o por nada­– y que te atrevas a mucho más. Que te acostumbres a dar gracias, pedir disculpas y cerrar según qué puertas.

Y que sepas qué hacer con cada oportunidad que se te presente.

Que tengas tiempo. Para ti. Para lo que te hace feliz. Para lo que te llena de verdad. Para reconciliarte con tu pasado, con tus demonios y con tus trampas mentales. Para recargar tus pilas, disfrutar de tus conquistas y seguir dejando huella. Para mover montañas, editar borradores y abrazar sin límites.

Para no postergar nada de lo que no debería esperar.

Que tengas cerca a quien cambió el curso de tu vida. A quien cogerle de la mano sin miedo a que te la suelte. A quien te saque sonrisas sin cuestionarte, te dé lo que mereces y no te juzgue en tus horas bajas. A quien ya te ganó y se hizo un hueco, a tu lado, por méritos propios. Junto a quien coger aire y perder la noción del tiempo. Quien cada vez que te piensa sonríe por ello.

Quien te hace bien, te quiere bonito y te desea lo mejor.

vida

Que tengas más llaves que cerrojos, más sueños que miedos y más te quiero que lágrimas. Que tus excusas sean cada vez menos, tus peros sean bien pequeños y te arrepientas de muy poco. Que tu compromiso empiece contigo. Que te desprendas de corsés, agendas y orgullo. De todo aquello que te esclavice. O te nuble.

Que sepas cuándo escuchar a tu cabeza y cuándo seguir a tu corazón.

Que tengas más confianza. En lo que puede salir bien. En que eres bien capaz. En que siempre hay una salida, aunque no la puedas ver. En que aún queda mucho bueno por llegar.

Que tengas siempre motivos para ir hacia arriba, apuntar todo lo alto que puedas y a creer en ti con todas tus fuerzas.

Que tengas todo lo que necesites.

Y que no necesites nada más.

 

 

Patricia Ayuste.

 

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2 Comentarios

  • Responder
    Pepa
    24 septiembre, 2021 a las 5:06 pm

    Me ha encantado. Muy inspirador y motivante. ❤
    ¡Que tengas un buen fin de semana!

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