Dicen que, en la vida, mientras hay quien te descuida, siempre hay alguien que te mira de reojo y hace lo imposible para que estés bien. Para que nada te falte. Y para tenerte lo más cerca.
Alguien para quien tú eres el mundo.
Que siempre hay alguien que sabe ponerte las pilas. Que te dice las cosas como son y no cómo te gustaría que fueran. Quien sabe cuándo hablar de fantasías y cuándo poner los pies en tierra. Quien busca deshacer entuertos en lugar de crearlos. Quien te abre los ojos para ver las estupideces que haces, las tonterías que te dices y lo a ciegas que a menudo andas.
Siempre hay alguien que te acompaña cuando no sabes qué hacer con tus miedos. Quien no se raja con tus primeras lágrimas ni deja que salgas huyendo. Ni que te hagas un ovillo cuando el suelo tiembla. Quien te evita daños innecesarios y está contigo cuando llegan las malas noticias. Quien te ayuda a encontrar respuestas, a cruzar océanos y a no caer en picado.
Quien, llegado el caso, salta contigo.
Siempre hay alguien que te entiende mejor de lo que tú a veces haces. Quien interpreta tus silencios, respeta tu espacio y te coge de la mano cuando lo importante deja de serlo. Quien acepta que tus prioridades han cambiado, que prefieres dar media vuelta y que lo principal se ha vuelto secundario. Quien saca las uñas por ti cuando estás fuera de tus casillas. Quien se pone alerta cuando tus sentidos fallan.
Quien nunca se aleja demasiado por lo que pueda hacerte falta.
Siempre hay alguien que supuso un antes y un después. Alguien que llegó para girar las tornas, abrir las cortinas y romper tus peores esquemas. Para cortar algunos cables que olían a chamusquina. Para escribir contigo nuevas líneas, tus mejores páginas y más de un diario. Alguien que vino para ayudarte a cambiar la marcha, el escenario y hasta los muebles. Alguien que te quitó el miedo a dar un giro de 180 grados y empezar de cero.
Alguien que te enseñó a matar monstruos. A asomarte a la vida. Y a volver a hacer magia.
Siempre hay alguien que te devuelve la esperanza, la voz y las risas. Quien le quita hierro a los sinsentidos. Quien celebra cuando decides que «hasta aquí» has llegado y brinda contigo por tus meteduras de pata. Por tus ilusiones. Por tus sueños. Quien te ayuda a ver color entre lo negro, a cambiar lo feo del mundo y a encontrar la belleza en cualquier lugar. Quien te ayuda a llenar tus vacíos. A saltar los charcos.
Y hacer más bonita tu vida.
Siempre hay alguien que te hace reír. Con su locura, sus derrapes y sus historietas. Quien te contagia sus ganas de vivir y te enseña a no rendir cuentas a nadie, salvo a ti. Quien te muestra que hay finales que no pueden anticiparse y principios que lo valen todo. Que planear según qué cosas puede ser hasta contraproducente. Que las prisas rara vez son buenas, que nadie te ha de decir cómo sentirte y que, la vida, has de hacerla a tu manera.
Y que hay aviones, trenes y tranvías que no te llevan a ningún lado.
Siempre hay alguien que cree en ti. Quien te ayuda a subir peldaños, edificar tus sueños y a construir tu vida. Quien comparte tus motivos, tus atardeceres y tus vistas. Quien sabe ver más allá y escuchar qué esconden tus palabras. Alguien que conoce de sobra tu banda sonora, tus pasos de baile y tus páginas en blanco.
Alguien que está al otro lado del puente cuando decides cruzar.
Siempre hay alguien que te demuestra que quien quiere estar, se queda. Quien no se va ni con agua caliente, ni con jabón, ni con lejía. Quien no abandona el barco cuando la marea sube, cuando las cosas se ponen feas ni cuando el camino se llena de piedras. Quien te abre puertas, ventanas y balcones de par en par. Quien exige poco o nada y te da mucho más de lo que esperas.
Quien no cambiaría nada de quien hoy eres.
Siempre hay alguien que te enseña lo que es amar y lo que no lo es. Lo que es estar en compañía y lo que es ahogarte en aire viciado. Lo que es tenerlo todo y lo que es perseguir un imposible. Quien te enseña a no malgastar el tiempo con quien te quiere poco o más bien nada. A quitarte vendas, tiritas y filtros.
Quien te hace sentir que lo eres todo. Que vuestra historia vale la pena. Quien te quiere siempre y no a ratos.
Siempre hay alguien que mira en tu misma dirección, apuesta por ti y corre a tu lado cuando te pasa algo. Quien te admira y te valora. Quien te hace sentir muy capaz. Quien te ahorra lo que no te lleva a ningún lugar. Quien es hogar donde sentirte a resguardo. Donde recuperar el color de tus mejillas.
Donde dejar volar tu imaginación.
Siempre hay alguien que te enseña a brillar. A sortear precipicios. A orientarte en la oscuridad. Quien da luz a tu camino, te chiva cuando estás a punto de tropezar y aplaude hasta el más pequeño de tus logros. Quien te muestra que siempre hay motivos por los que sonreír, por los que dar lo mejor, por los que ponerte una vez más en pie.
Quien te hace sentir especial y convierte cualquier momento en perfecto.
Siempre hay alguien por quien dar las gracias. Y que te ayuda a verte con mejores ojos.
Alguien con dos dedos de frente y mucho amor en los bolsillos.
Y que siempre, siempre, hay alguien que te hace sentir en casa.
Patricia Ayuste.
2 Comentarios
Lorena
1 abril, 2022 a las 10:01 amMe has hecho llorar con este hermoso escrito! Eres estupenda…!
Patricia Ayuste
1 abril, 2022 a las 6:56 pm¡Gracias, Lorena! Me alegra mucho saber que te ha gustado 🙂
Un abrazo grande,
Patricia.