Para que lo posible se haga realidad es necesario intentar una y otra vez lo imposible. Poner piedra sobre piedra y no desperdiciar ningún granito de arena. Avanzar a tu propio ritmo, sin importar lo rápido o lento que sea.
Saber cuándo detenerte, pero también, cuándo pisar el freno y no parar antes de tiempo.
Saber salir de donde sea. De donde no quieres estar de ninguna de las maneras. De donde te ahogas o sientes que algo de aire te falta. De donde te irritas, te alteras o te merman las fuerzas. Recuerda que nada –ni nadie– te obliga a quedarte, que lo cómodo puede salir muy caro a la larga, que las peores excusas son las que a veces te inventas.
Y que una retirada a tiempo puede ser la mejor victoria posible.
Aprende a apartarte de aquello que te haga dudar de ti. De tus decisiones, de tus chistes, de tus sueños. De las zancadillas que no vienen a cuento, de los ataques sin miramiento y de lo que te haga sentir inferior, sin serlo. Aléjate de quienes te hagan cuestionarte lo que tú tienes claro, tus grandes aciertos, tus propias emociones.
Y acércate a todo aquel que, de alguna manera, te haga vibrar por dentro.
Encuentra el modo de seguir andando, por mucho que te duelan los pies, te rocen los zapatos o te tropieces con las piedras. Sigue adelante cuando creas a ciegas en lo que estás haciendo. En tu camino. En tus pasos. En todo el terreno que ya llevas ganado. Que apuestes por tus ideas, tu magia, tus razones y las lleves tan lejos como tú quieras. Que seas tú quien decida cuándo empiezas, cuándo terminas y cuándo multiplicas tus esfuerzos.
Que vayas a por lo que tienes bien claro y que poco –o nada– te detenga.
Que no te tiemble el pulso a la hora de soltar ciertas cosas. Situaciones. Y hasta personas. No temas dejar atrás lo que ya no tenga valor, no guardes nada por nostalgia, por remordimiento o por no saber qué hacer con ello. No dudes en tirar lo que sobra, lo que no tiene arreglo, lo que estorba. Y deja de cargar todo lo que te impida avanzar o ralentice tu viaje.
Que un borrón y cuenta nueva a tiempo puede ser todo lo que en realidad necesites.
Que nada te impida pasar a la acción. Pensar algo menos. Arriesgar un poco más. Dejar de esperar a momentos ideales y aprender a crearlos. A aprovechar cualquier segundo. A exprimir tus oportunidades. A quitar el piloto automático, a salir del banquillo, a no esperar a ninguna prórroga.
Y a arrancar cada vez que el corazón se te acelere.
Que nada te impida confiar más en ti. Quitarte espinas, perezas y excusas. Centrarte en lo que te mueve y no en los premios de consolación. Dejar de agobiarte por lo que pueda salir mal y pensar en lo que puede salir bien, en todas tus posibilidades, en todo lo que pierdes si no lo intentas.
Y aprende a priorizar lo importante y a restar lo urgente.
Que nada te impida aspirar a más. Aprender de tus errores. Y seguir cumpliendo deseos. A no conformarte con cualquier cosa por miedo a que tus sueños te queden demasiado grandes. Recuerda que vales mucho más de lo que en ocasiones piensas. Que no le debes nada a nadie y que, lo que hagas, te ha de hacer feliz a ti.
Y que, sólo cuando te quitas el miedo de encima, puedes brillar con todas tus fuerzas.
Que nada te impida mantener la esperanza. Incluso cuando tus días se vuelvan un poco oscuros. La vida te enseña que el miedo es universal y que tener a quien te coja la mano en tus peores momentos te puede salvar. Que es precisamente en tus peores momentos cuando descubres con quién puedes contar y, sobre todo, con quién quieres tú contar.
Y aprende a rodearte de quienes hagan fácil lo difícil y arrimen el hombro cuando haga falta remar a contracorriente.
Que nada te impida sentir las ganas de comerte el mundo. Y salir a ello. Apostar por aquello en lo que crees, aquello que te hace sentir que tocas el cielo, aquello que hace que las vueltas de la vida valgan la pena. Apostar por las risas que solucionan problemas, los abrazos que paran el mundo y los motivos para seguir sonriendo.
Que nada te impida ver lo bonito sobre lo feo, volver a ti cada vez que te pierdas y bailar aunque no suene la canción que te gusta.
Que dejes de vivir a medias, de esconderte de los truenos y de querer con tanto miedo.
Y que nada te impida vivir cada día como si fuera único.
Patricia Ayuste.
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