Para lograr el equilibrio, a menudo, es necesario que te detengas sobre las piedras con las que te tropiezas en tu camino. Subirte a ellas. Echar un vistazo. Tomar aliento. Y seguir andando.
Recordar que ni el éxito ni el fracaso son definitivos, que lo único que cuenta es que continúes adelante.
Que sepas enfrentar lo que hoy supone un muro que te parece imposible de superar. Que encuentres el modo escalarlo y llegar al otro lado. De callar esa voz que te dice que no puedes. De superar ese miedo que te impide moverte. Que saques las fuerzas que sí tienes y el valor de intentarlo. Sin importar si es la primera o la décima.
Y que te des cuenta de que nada logras si nada intentas.
Que sepas poner fin a lo que te quita el sueño, lo que amenaza con tumbarte o con arrastrarte mar adentro. Lo que va a seguir creciendo si no le plantas cara. Lo que va a seguir doliendo si no le pones remedio. Lo que puede estallarte un día en la cara si es que no lo ha hecho ya. Lo que puede dejarte fuera de juego. Sin alternativas de arreglarlo. Cuando, en realidad, tienes mil opciones a mano.
Cuando, sabes, que sólo cuando te centras en las soluciones encuentras la salida.
Que no temas dar un paso al frente, un puñetazo sobre la mesa o un grito a pleno pulmón. Que no te tiemble la voz cuando tu respuesta sea no. Ni las rodillas. Ni las fuerzas. Que encuentres las ilusiones que creías olvidadas, la esperanza que dabas por perdida y las vitaminas que en ocasiones te faltan. Que puedas arrancar todas las raíces muertas, inclinar la balanza a tu favor y tomar impulso para llegar a donde quieras.
Y encontrar el modo de que tu felicidad no esté nunca en números rojos.
Que sepas cuándo poner punto y final y no sentirte mal por ello. Curar heridas, cambiar de caminos y cerrar etapas. Romper con lo que te duele, lo que te quema por dentro y lo que te hace perder el norte y hasta el sentido. Alejarte de los precipicios, de los incendios intencionados y de quienes hacen daño a propósito. Que sepas cuándo saltar, cuándo dejarlo todo y, sobre todo, cuándo no mirar atrás.
Que te tengas siempre en cuenta y no te dejes nunca para luego.
Que sepas siempre darle la vuelta a la tortilla. Ver el vaso más bien lleno. Reírte hasta de tu sombra. No tomarte en serio lo que no tiene importancia, no dejar que cualquier temblor de tierra te tire al suelo y prestar atención a lo que, de verdad, es esencial. A lo que te levanta el ánimo. A lo que recarga tu energía.
Y recordar más a menudo que tu único límite está en tu mente.
Que no dudes tanto en decirte que sí. En pensar (mucho) más en ti, en lo que quieres, en lo que te hace bien. Que sepas alejarte de donde no, ni de lejos. De los berenjenales en los que no quieres entrar, de las palabras que arañan y de quienes no te van a ocasionar nada bueno. Que encuentres el roto para tu propio descosido.
Y que dejes de andar de puntillas por tu propia vida.
Que sepas frenar a tiempo, romper cadenas y saltar las olas. Coger la mano que ayuda antes de que las cosas se pongan demasiado feas. Complicarte muchísimo menos, quitar hierro y hacer oídos sordos al ruido que nada aporta. Disfrutar de las vueltas, aprovechar cada giro y seguir tus propios motivos hasta el final. Hasta cumplir tus sueños.
Hasta que sientas que cada paso que has dado ha valido la pena.
Que sepas bien ante quien poner barreras y en quién confiar. Que tengas cerca a quienes mejor te entienden. Y más te quieren. A quienes te tienen siempre en cuenta. Quienes te dan espacio y nunca dudan. Quienes te hacen sumar, te ayudan a pensar en grande y a volar bien alto. Quienes te sacan una sonrisa y acuden a tu primera llamada
Y rodéate más de quienes te regalan su tiempo sin esperar las vueltas.
Que pares cada vez que te pierdas, cada vez que te desorientes, cada vez que te caigas. Que levantes siempre la vista, cojas aire y encuentres el camino de vuelta. A casa. Y a ti. Que sigas creyendo en ti aunque llueva fuera. Que te desmelenes cuando así lo quieras, que encuentres el lugar donde quieras quedarte y que sigas escribiendo los mejores capítulos de tu propia historia.
Que dejes de conformarte, de asumir roles que no te favorecen y de esperar que los astros se alineen. Que rías más, porque sí y sin tantos filtros.
Que sueltes muchos de esos miedos que nada bueno te traen y sigas los latidos que te impulsan hacia adelante.
Que sigas siendo tú por muchas vueltas que dé el mundo.
Y que sepas parar a tiempo todo lo que estropee tu vida.
Patricia Ayuste.
8 Comentarios
Mol
19 June, 2022 a las 9:14 pmMuy bueno… aunque tan difícil de aplicar… para mí, en particular, es importante esto de “Que te tengas siempre en cuenta y no te dejes nunca para luego.”
Un abrazo!
Patricia Ayuste
19 June, 2022 a las 9:27 pmDifícil pero no imposible, 😉
¡Un abrazo!
Patricia
20 June, 2022 a las 8:10 amLeí y en este momento de mi vida me siento totalmente identificada con tu escrito. Has logrado q comience mi semana con una sonrisa…besitos Patri
Patricia Ayuste
20 June, 2022 a las 6:33 pmGracias por tus bonitas palabras, Patricia. Me alegro mucho de que te haya gustado 😊
chicobonanza
21 June, 2022 a las 12:43 am¡Gracias por ser una luz de esperanza!
Patricia Ayuste
21 June, 2022 a las 8:07 am¡Mil gracias! Me alegra mucho que te haya gustado.
Un abrazo.
Pepa
1 July, 2022 a las 3:13 pmQue importante es todo lo que nos cuentas.
Me ha encantado. Una abrazo.
Patricia Ayuste
1 July, 2022 a las 6:38 pmGracias, Efi, me alegra que te haya gustado 😊
¡Un abrazo grande!