Aunque es imposible dar marcha atrás, borrar tus pasos y comenzar algo desde cero por segunda vez, sí se puede empezar ahora, en este preciso momento, y crear un nuevo final.
Puedes –y te debes– sacudirte los miedos que tantas cosas te hacen perderte, apartar las dudas que tantas veces te paralizan y espantar los fantasmas que sólo existen en tu imaginación. Salir al ruedo con la cabeza alta, los pies en el suelo y la certeza de que estás siendo tú en todo momento.
Pierde la cuenta de las caídas que llevas. De los tropiezos que acumulas. Y de las piedras que cargas a la espalda. Céntrate en las veces en que lo lograste, pese a que las apuestas jugaban en tu contra. En los últimos intentos que terminaron de la mejor manera posible. En cada acierto que has tenido a pesar de que ibas a ciegas. En cada ocasión en que levantaste la cabeza, el corazón y el alma y seguiste mirando al frente.
Deja a un lado todo lo que te retrase, lo que te distraiga de la manera más tonta, aquello que te aleje de tu camino, de tus sueños o de tu sonrisa. Encuentra lo que da sentido a tus minutos para sentir que estás haciendo lo que realmente quieres.
Refúgiate allí donde te sientas a salvo cuando tengas un mal día, cuando las cosas se vuelvan incluso feas o cuando notes que la tierra tiembla bajo tus pies. Llénate de aire los pulmones y de esperanza la mirada. Recuerda que nada es eterno, que los astros siempre terminan alineándose y que un mal día tiene las horas muy contadas.
No olvides que los sueños, a menudo, se vuelven complicados –y casi imposibles– justo cuando estás a punto de lograrlos. Cuando estás bien cerca. Cuando casi, casi, puedes tocarlos. Ten siempre en mente que es la última llave la que abre la puerta y el último esfuerzo es el que marca la gran diferencia.
Aprende a vivir la vida que quieres sin estar a expensas de lo que otros digan. De lo que otros piensen. De lo que otros hagan. A no esperar señales que vengan de fuera y a evitar que tus expectativas te jueguen malas jugadas.
Pon distancia con quienes no quieren estar a tu lado, a quienes están de paso muy rápido, a quienes no van a llegar a la siguiente temporada. Olvídate de quien es pura apariencia, de quien te da una de cal y otra de arena, de quien desaparece cuando más falta te hace. Y céntrate en quien es todo lo contrario. En quien está sin condiciones, se queda sin que se lo pidas y sonríe cada vez que te mira.
Recuerda que la tristeza es necesaria para pasar página y que la felicidad no es un camino en línea recta. Que tiene mil curvas, desniveles y muchas, muchas, espinas. Que el reto es ser feliz a pesar de las curvas, de las nubes y de los baches. Es elegir reír antes que llorar, pero llorar cuando te haga falta. Es querer y encontrar la forma de poder.
Haz de tu tiempo lo que realmente quieres vivir. Olvídate de películas, de consejos de segunda mano y de estereotipos que otros te contaron. Busca lo que te resuena y haz más de lo que te hace tremendamente feliz, lo que te hace la vida más fácil. Más bonita. Más interesante. Y más tuya.
Piensa que sólo ganas cuando apuestas por ti, sin peros ni dudas que valgan. Cuando terminas las frases inacabadas y pones puntos finales. Por difíciles que sean. Por mucho que duelan. Cuando eliges que ser feliz es tu prioridad, que ser tú es tu mejor carta posible y que cuidarte –de verdad y no sólo de palabra– es lo más sabio que puedes hacer por ti.
Recuerda, cada vez que te tiemble la barbilla, que a la vida has venido a brillar. A ser protagonista principal y no una estrella invitada. A bailar sobre los charcos si hace falta y a no dejar que la pelota se quede en tu tejado. A aprovechar cada ocasión que se ponga a tiro, cada tren que te acerque a tu destino y cada motivo que te haga reír.
Has venido a acortar distancias con quien salta contigo cuando tú saltas. A escuchar a quien te quita vendas y te ofrece soluciones. A no separarte de quien crea de cada insignificante momento un bonito recuerdo. A abrazar bien fuerte a quien no quieres que se marche. A querer –y demostrarlo– a quien es pura vitamina y hace de tu mundo un refugio seguro.
Y de tu vida, la mejor de las incógnitas.
Porque si bien es cierto que la vida nunca pregunta, también lo es que casi siempre sorprende.
Y que lo mejor puede estar a la vuelta de la esquina.
Patricia Ayuste.
4 Comentarios
Rocio Montenegro
5 septiembre, 2022 a las 5:17 pmTus palabras siempre llegan en el momento que las necesito leer. Gracias.
Saludos desde CBA-ARGENTINA
Patricia Ayuste
6 septiembre, 2022 a las 11:59 am¡Mil gracias, Rocío! Me alegro mucho de que te haya gustado mi texto.
Bienvenida 🙂
Patricia.
Pepa
19 septiembre, 2022 a las 4:10 pmComo me gusta leerte y que importante es saber pasar a la acción.
¡Un abrazo!
Patricia Ayuste
19 septiembre, 2022 a las 8:51 pm¡Gracias, guapa! Un placer tenerte por aquí 😊
¡Abrazo de vuelta!