Está más que bien si decides olvidarte de rollos, de historias amargas y de promesas rotas. Si dejas de apostar por lo que ya sabes que es una pérdida segura. De tiempo, de amor, de lo que sea. Poner puntos donde toca, sentarte delante de un folio completamente en blanco y empezar a escribir nuevos –y prometedores– párrafos.
Está bien si decides frenar en seco. Tomarte un tiempo, el que necesites o puedas, y hacer una pausa por breve que sea. Cerrar los ojos o silenciar el mundo por un rato. Reorientarte para encontrar qué es lo que falla, cuál es tu sitio o dónde está tu equilibrio. Confirmar que hay carreras que no van contigo, que te roban demasiadas fuerzas y hasta te asfixian y decidir, de una vez, qué metas prefieres no cruzar.
Está más que bien equivocarte. Quitar todo el hierro que puedas a tus errores, reírte de ellos y aprender para la próxima. Recordar que sólo se equivoca quien en algún momento arriesga. Quien decide intentarlo, aunque las apuestas estén en su contra. Quien supera sus miedos, sus bloqueos, sus inseguridades. Quien sabe que equivocarse es parte de la vida y que no es –ni mucho menos– el fin del mundo.
Está bien que donde dijiste una cosa, ahora digas otra. Comprender que la vida cambia, que no eres la misma persona que ayer eras y que darle una oportunidad a nuevas ideas puede ser el mejor de tus aciertos. La solución que necesitabas. Y hasta el mayor de tus éxitos. Porque la cabeza, dicen, es redonda para que los pensamientos puedan dar vueltas, echar marcha atrás y hasta cambiar de sentido.
Está bien tener un poco de miedo. El miedo justo para saber que algo te importa. Para pensar bien sobre tus opciones cuando todavía estás a tiempo, para no asomarte a un precipicio sin tener un plan B y para detenerte cuando alguna de tus alarmas salte.
Está más que bien torcerte de vez en cuando. Salirte del camino, dar algún tumbo y deshacer alguno de tus pasos. Aprender a apreciar las vistas, tanto cuando estés arriba como cuando estés debajo. Incluso cuando te marean, cuando no son como esperabas o cuando son incluso negras. Tener siempre en mente que la vida no se vive en línea recta y que son algunos de esos desvíos los que dan sentido al camino.
Está bien dudar de lo que hasta hace poco creías seguro. Dar una vuelta, dos o las que necesites. Cambiar de argumentos o de perspectiva. Replantearte lo de antes, no dar nada por sentado y pensar bien si estás donde te gustaría estar. Si deberías dar un salto. Un giro. Un paso. Y darlo para salir de dudas.
Porque está bien moverte de donde no quieres estar. Salir de donde tu salud mental se resiente, tu estabilidad se tambalea y tu futuro se afea. Marchar de los sitios que no quieres ver ni en pintura. Abandonar lo que te hace feliz a medias, lo que poco o nada te aporta o lo que, si lo piensas bien, ya no importa. Sean lugares, sean personas.
Está bien si durante una temporada andas a ciegas. Si andas sin saber por dónde vas, qué tienes alrededor o qué te espera más adelante. Para recordar que lo importante, en estos casos, es seguir andando. A tu ritmo. Pero con paso firme y claro. Ponerte en movimiento para buscar la luz, andar para volver a orientarte y perderte para encontrarte de nuevo.
Está más que bien aceptar que no llegas a todo. No exigirte lo que sabes que no puedes cumplir y no forzar cuando sabes que es una locura. Aprender que lo inteligente es priorizar lo que sí o sí, decir que no a lo que no admite otra respuesta y que es mejor avanzar dando pequeños pasos que esperar a poder dar uno de los grandes.
Está bien que dejes fuera ciertas cosas. Ciertos sentimientos. Ciertas personas. Que descubras las fugas por donde se te escapan el aire, las ilusiones y las ganas, y encuentres la forma de cerrarlos. De reparar los daños que hayan podido causarte. Y recuperar el aire, el tiempo, la sonrisa. Y todo aquello que hayas perdido casi sin notarlo.
Está bien que apartes a quien te quiere a medias, a ratos o por intervalos. Que te centres en quien te quiere por cómo eres, sin pretender cambiarte ni una coma, ni una sonrisa. En quien te hace promesas que luego cumple. En quien nunca duele adrede. En quien no te arrastra por capricho ni juega de ninguna de las maneras contigo.
Está más que bien que sepas cuál es tu papel en la vida. Y que lo exprimas de principio a fin. Que seas tú incluso cuando menos ganas tienes. Donde no te lo ponen nada fácil. Cuando más vulnerable te sientes. Que sepas dar color a tus días grises y ver el arcoíris no solo cuando llueve.
Porque es de valientes ser optimista incluso cuando nadie más lo es.
Y está más que bien que bailes bajo cualquier tormenta y sobre cualquier charco que veas.
Patricia Ayuste.
6 Comentarios
Aldo
4 October, 2022 a las 4:52 amHermoso escrito, de esos que llegan al alma.
Patricia Ayuste
4 October, 2022 a las 9:38 am¡Muchas gracias! Me alegro que te guste 😊
Pepa
14 October, 2022 a las 3:56 pmMe encanta ❤
Entre suspiros y un café
15 October, 2022 a las 9:36 am¡Me alegra mucho, Efi!
Un abrazo grande.
sofamantaylibro
15 November, 2022 a las 7:25 pmGracias por estar siempre ahí 😉
Patricia Ayuste
15 November, 2022 a las 7:55 pmGracias a ti por compartir contenido interesante 🙂
Un abrazo.