Hay quien dice que tropezarte no es malo, y que, por el contrario, es lo que más te enseña. Que el verdadero problema está en encariñarte con las piedras. En cargarlas en tu mochila sumando así peso a tu destino. Quedarte mirándolas -y maldiciéndolas- en lugar de apartarlas de tu camino.
Como también es un error seguir en el mismo sitio que ya no sientes como tuyo.
Sucede, a menudo, que te empeñas en seguir donde no es tu lugar. Donde duele. Donde escuece. Donde las lágrimas son demasiado frecuentes y la soledad muy profunda. Donde sientes que poco -o nada- importas. Sigues a pesar del nudo que te encoge el estómago, a pesar de comprender que no encajas o a pesar de saber que tu tiempo, en ese sitio, hace mucho que llegó a su fin.
Es cierto que resulta más fácil seguir en un lugar, por incómodo que sea, que salir a explorar lo desconocido. Salir fuera a buscar tu punto. A buscar -y encontrar- ese espacio donde sentirte a gusto. Contigo, con lo que ves y lo que sientes. De verdad y no solo en apariencia. Con tus pensamientos, tus ideas más alocadas y quienes están dispuestos a escucharlas. Con los vaivenes que un día te impulsan hacia delante a toda vela y que otros días te obligan a frenar en seco.
Un lugar donde abrir los ojos, por fin, y darte cuenta de cuánta falta te hacía el salto.
Porque lo difícil, a menudo, no es dar con el lugar adecuado desde donde ver el mundo, sino aprender a ver ese mismo mundo con otros ojos. Aprender a llevar los disgustos, los sobresaltos y las decepciones de otra manera que no duela tanto. Aligerar tus miedos para que pesen menos. Llorar tus tristezas para cerrar etapas. Y escuchar esa voz que te pide decir adiós. Aceptar que lo que ayer era un tesoro hoy puede no valer nada. Que las cosas, como los lugares y las personas, cambian.
Y que no puedes convertirte en quien quieres ser si sigues siendo quien hoy eres.
Pasa que también te empeñas en seguir junto a quien no debes, junto a quien nunca habrá suerte o junto a quien, en algún momento, dejó de merecerte. Junto a quien ya te enseñó todo cuando podía enseñarte. Junto a quien hace tiempo que voló bien lejos. Junto a quien cada minuto que pasas, es una oportunidad que pierdes de estar en cualquier otro sitio. ´
Junto a cualquier otra persona.
Se te olvida que, a veces, la solución es soltar. Dejar de presionar. Dejar de intentar arreglarlo todo. Y a todos. No culparte por lo que no salió o crees que salió mal, sino aceptar que no todo es para ti. Que hay situaciones que no tenían que pasar. Que hay lugares donde no puedes brillar. Y que hay personas junto a quienes no te espera la felicidad. Que es mejor decir adiós a lo que terminó, cerrar algunas puertas y dar las gracias por lo que en su día fue, pero ya no. Sacar la mejor sonrisa que tienes, salir de donde estás y creer que lo bueno viene a continuación.
Porque un deseo no cambia nada, pero una decisión lo cambia todo.
Y es que tu sitio está donde vuelves a ser tú. Donde encuentras las palabras que te hacen falta, las salidas que antes nos veías y la confianza que hasta ahora te fallaba. Donde se acaban las guerras, los juicios y los malos rollos. Donde se olvida la tensión. Donde hay respeto y te sientes en paz. Donde te sabes a salvo.
Tu sitio está donde vuelves a ser fuerte y a creer en ti. Donde tus pensamientos van hacia delante y no te traicionan. Donde puedes poner en orden tu corazón, tu cabeza y tu sentir. Coser las alas que se te habían quebrado para volver a volar por tu cuenta y riesgo. Hacer borrón y comenzar de nuevo, sea la historia que sea. Hacer las paces con todo lo que te robaba suspiros y sueño.
Y recuperar esa esperanza que, dicen, existe mientras hay vida.
Tu sitio está entre los abrazos que son abrigo, refugio y felicidad. Entre los besos que te hacen olvidar el mundo y cualquier problema, y que jamás deberían terminar. Entre quienes te acompañan, te ayudan a cruzar ríos y a vaciar de piedras tu mochila. Entre quienes te regalan tus mejores momentos, esos que no salen en ningún feed. Entre quienes te demuestran que el amor no es un cuento de hadas, ni algo que dañe sí o sí, sino una respuesta que responde a cualquier pregunta.
Tu sitio está entre quienes recuperas la sonrisa y, sobre todo, junto a quienes no la pierdes jamás.
Tu sitio está donde brillas sin necesidad de forzar nada. Donde sientes que las cosas fluyen, que el tiempo vuela y que no hay nada de lo que te arrepientas. Donde tus límites desaparecen, tus ganas se multiplican y tus sueños se vuelven posibles. Donde eres tu mejor versión. Donde quieres y te quieren.
Donde no sabes ni lo que es el miedo.
Tu sitio está donde eres feliz. Puede que no siempre, pero sí la mayor parte del tiempo. Donde no te cuesta serlo. Donde la sonrisa te sale sola. Donde encuentras respuestas, soluciones y más motivos para reír.
Tu sitio está donde sabes que puedes regresar cada vez que necesites pararte, cada vez que necesites tiempo, cada vez que necesites volver a ti después de haberte alejarte demasiado.
Tu sitio está allí donde -o junto a quien- no quieres abandonar. De donde no te quieres ir.
Tu sitio está donde sientes que lo tienes todo y que no necesitas nada más.
Patricia Ayuste.
4 Comentarios
Mol
29 enero, 2023 a las 8:51 pmLo he leído dos veces, grandioso…Gracias Patricia, está bien que me lo recuerde…
Patricia Ayuste
29 enero, 2023 a las 9:41 pm¡Cómo me alegra tu comentario! Gracias por tu tiempo, espero que cada vez que te lo recuerdes te sirva de inspiración.
Un abrazo grande 😊
Pepa
10 febrero, 2023 a las 6:49 pmMuy cierto e inspirador. Lo he disfrutado mucho amiga.
Patricia Ayuste
11 febrero, 2023 a las 5:58 pmMe alegro mucho, Efi 😉
Un abrazo grande.