Entre Suspiros y un Café
Gestión emocional

Pequeñas dosis de felicidad

Es fácil olvidar aquello de que la felicidad no se encuentra al final, sino a lo largo y ancho de todo el camino. Así como que es imposible que la disfrutes si te obsesionas con entenderla y dar con ella.

Porque la felicidad no es algo que se mide, sino algo que se vive.

felicidad

Es como disfrutar de un día soleado después de un tiempo de nubes, tristeza y lluvia constante. Es el sonido de las olas del mar, el aroma de las flores, un paseo en silencio en medio de la naturaleza. Es sentir el viento en el rostro, ese picnic sin prisas bajo el canto de los pájaros o ese atardecer cuyos colores te dejan sin aliento.

Es saber dejar a un lado el estrés, los nervios y la presión innecesaria para centrarte en ti, en el hoy y en el ahora.

Ser feliz pasa por creer de verdad que puedes serlo con la vida que llevas y dejar de ponerte trabas para lograrlo. Agradecer lo que tienes, en lugar de darle más importancia a aquello que te falta. O que crees que te falta. Ser optimista, no por obligación, sino como modo de entender la vida. Dar sin esperar nada a cambio.

Inclinarte por pensar que hasta las situaciones más complicadas tienes solución y dejar de machacarte por las cosas que no salieron como esperabas.

Así como cultivar la ilusión de aprender una habilidad nueva. De ponerte a prueba y ver hasta dónde puedes llegar. De conocer la obra de tu artista favorito, darlo todo en ese concierto con el que llevas soñando hace tanto tiempo y de ser capaz de crear algo que te importa desde cero. De explorar lugares lejanos, experimentar nuevas culturas y aventurarte más allá de tus fronteras.

Hacer ese viaje que creías imposible y que, cuando te lo permites, termina siendo un sueño hecho realidad.
La felicidad también implica perder el miedo a vivir a tu manera, a soñar en grande y a salir a por todas. Apuntarte a todo lo que te saque la mayor de tus sonrisas, a lo que acelera tu corazón en cuestión de segundos y a lo que da sentido a tus días. A tus madrugadas y madrugones. A las noches de insomnio y miedo. A lo que da brillo a tus mejillas y devuelve la ilusión a tu mirada. A lo que te llena de esperanza.

A todo lo que te hace ser feliz en mayúsculas y te ayuda a ver la vida de una manera más bonita, más alegre, más acogedora.

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A ser feliz también ayuda aprender a valorar hasta lo más insignificante. Todos esos pequeños detalles que terminan convirtiéndose en los más grandes. En tesoros valiosos. En recuerdos memorables. En regalos para toda la vida. Como esa mascota que te mira -y te hace sentir- como si fueras lo más importante en su mundo. Como esas historias inspiradoras que te emocionan, te empujan y te motivan.

Como esas conversaciones profundas que curan y solucionan imposibles.

Como darte algún capricho de vez en cuando. Porque te lo mereces. Porque te lo has ganado. Como escuchar una y otra vez esa canción que te saca una sonrisa tonta, hace que te olvides de esos sinsentidos que de normal te agobian y te anima a bailar por mucha vergüenza que te dé hacerlo. Como saborear tu postre favorito, un desayuno en la cama o darlo todo en ese concierto con el que tanto soñabas. Atreverte a hacer algo que nunca habías hecho y permitirte reírte hasta de ti.

Y encontrar al menos un motivo por el que reír hasta que te duela la cara de pura felicidad.

Como tener cerca con quienes pasar tiempo de calidad. A quienes sabes que te aprecian por ser como eres y no les gustaría que fueras de ninguna otra manera. Quienes celebran contigo cada uno de tus éxitos y junto a quienes brindas por los suyos. Con quienes burlarte de tus tonterías, quitarle peso a tus tropiezos y sentir que estás muchos más cerca de tus sueños.

Junto a quienes sientes que lo tienes todo, sin tenerlo.

Esas personas que se vuelven adictivas de tanto como te hacen feliz. Quienes consiguen que lo difícil se vuelva más fácil, que los miedos se hagan más pequeños y que las alegrías valgan el doble. Quienes son apoyo en los días tontos, faro en los días nublados y paz en los momentos turbios. Quienes son lo que necesitas según tu estado de ánimo.

Quienes curan con un solo abrazo y hacen que la vida recobre su magia.

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Magia que también encuentras cuando te permites tiempo para ti. Cuando frenas todo lo que te impide, cuando te priorizas y te centras en tus sueños. Cuando te concedes las pausas que tu cuerpo y mente te piden, cuando te das esos empujones que necesitas para llegar a donde quieras y cuando disfrutas, de verdad, de cada una de las alegrías que la vida te regala a diario.

Cuando te vuelcas en lo que te importa, en lo que te motiva, en lo que te trae verdadera paz. Cuando persigues lo que para ti es un premio. Cuando te atreves a soñar.

Cuando te atreves, también, a ser feliz, aunque no siempre se den todas las condiciones para serlo

Porque la auténtica magia está en encontrar esas pequeñas dosis de felicidad que hagan que no sepas si sueñas o vives.

 

Patricia Ayuste.

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2 Comentarios

  • Responder
    Pepa
    11 diciembre, 2023 a las 4:26 pm

    Siempre tan de acuerdo contigo. Me ha encantado e inspirado mucho.
    Un abrazo.

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