Felicidad es todo aquello que, tan a menudo, intento encontrar y que, tan a menudo, olvido que no necesita ser encontrado, sino vivido. Es tener las expectativas bajas, la confianza lo más alta posible y los brazos abiertos a lo que venga. Es dejar de buscarla donde no existe, donde no crece, donde no respira.
Y centrarme de lleno en lo que me provoca cosquillas, en lo que me invita a sentirme viva, en lo que me hace vibrar de pies a cabeza.
Felicidad es tener la conciencia tranquila y el corazón contento. Es saber -y sentir- que estoy en el camino correcto, que los tropiezos son inevitables y necesarios y que las vueltas no previstas, a menudo, son las que me regalan las mejores vistas. Y los mayores aprendizajes. Que hasta las curvas más feas se pueden remontar, que hasta los errores más sonoros se olvidan pasado un tiempo y que hasta en los días más grises, hay algo de luz.
Porque, para ser feliz, no hace falta verlo todo perfecto, sino aprender a ver más allá de cualquier imperfección.
Felicidad también es cada segundo que tengo para mí y cada minuto que me dedico, incluso cuando dejo la mente en blanco. La brisa del mar en la cara y el aire fresco en los pulmones. Saber estar a solas sin echar de menos a nadie. Una tarde sin prisas, sin horarios, sin exigencias. Saber desconectar del mundo, de los problemas, de todo lo que sea prescindible. Es perder la noción del tiempo con música de fondo y una copa de vino en la mano. Y un buen libro.
Es el sol que surge con fuerza después de un día de lluvia y cada amanecer que promete una nueva aventura.
Felicidad es esa noticia que se cuela cuando menos la esperaba. Esa que, esperaba con tantas ganas y que pensaba que no iba a llegar nunca. O que llegaría tarde. Pero llega. Es cada ilusión, nueva o vieja, cada ilusión posible, cada ilusión por rocambolesca que sea. Incluso la que parecía, en un momento feo, a punto de apagarse. La que creía improbable de cumplirse. La que incluso había olvidado por el paso del tiempo.
Felicidad es ese cuento corto que leería mil y una veces sin cansarme.
Felicidad es no arrepentirme de ninguna de mis decisiones, incluso las que pudieron haber sido distintas. Más afortunadas. O, posiblemente, mejores. Es olvidarme del mundo, de las noches de insomnio, de los días grises. Del trabajo, de los cafés con prisas, de las aburridas rutinas. De las listas interminables de cosas que debería estar haciendo en ese preciso momento. De la lista infinita de preocupaciones que debería estar resolviendo. De las carreras, los nervios y las tareas a medias. De los autobuses perdidos, de las reuniones inútiles, de los planes que se quedan colgados.
Felicidad es sonreír y mantener la esperanza a pesar de que la suerte no siempre me acompañe.
Felicidad es tener siempre en mente buenos planes, sin importar que no sean ni pomposos ni extraordinariamente grandes. Es disfrutar de un día sin prisas, de unas vistas que me dejen sin aliento, de un cielo soleado y la sensación de que el tiempo es todo mío. Es una mañana cualquiera de domingo, sin despertador, reloj o rutinas. Una buena lectura, un paseo por la naturaleza o una siesta a la sombra. Es buscar estrellas fugaces en la noche de las Perseidas.
Felicidad, a menudo, es lograr algo que nunca pensé que podría lograr. Algo que me daba mucho miedo.
Felicidad es ese capricho que sé que merezco y que no siempre me permito. Es la hora previa al inicio de las vacaciones. Es esa carrera bajo la lluvia que saca la niña que llevo dentro. El primer chapuzón del verano. Es darlo todo en un concierto al aire libre. Y más, si es de mi artista favorito. Es cada fiesta improvisada, escuchar en bucle mi canción favorita y las noches que pasan a la historia.
Felicidad es cada día que se convierte en eterno, cada vez que siento que todo el cielo y cada momento en que me río de mí misma.
Felicidad es la cuenta atrás para el viaje de mis sueños, el nervio de la noche antes de partir y la emoción del embarque. Es cualquier viaje improvisado, la vista de un cielo lleno de nubes a través de la ventanilla y sensación del aterrizaje. Es llenar la memoria de mi móvil con fotos para el recuerdo.
Felicidad es no tener prisa por llegar y tener a quien me espere al volver.
La felicidad es tener quien me conoce tan bien que termina mis frases. Es cada comida entre amigos que se alarga. Son las risas y, sobre todo, las que no tienen fin. Y las que reinician mi alma. Es cada celebración con los míos, un mensaje de ánimo cuando más lo necesito y los planes infinitos con quienes hacen de mi mundo un lugar increíble.
Felicidad es quien me da la mano y sé que jamás me soltará.
Felicidad es una llamada que lo cambia todo, es el reencuentro con quien me olvido de mí y del tiempo y es cada regalo tonto, pero de quien sé que tan bien me quiere. Es cada mensaje de buenos días, cada felicitación de cumpleaños, cada propuesta de saltar bien alto.
Es cada caricia de esa persona, cada beso en la frente y cada abrazo en mis horas más bajas.
Felicidad es también tener quien me saque una sonrisa por el simple gusto de verme bien, de hacerme reír. Quien me hace cosquillitas en los pies, en el cuello, en el alma. Quien no está de paso ni para rellenar ningún hueco, sino para expandir mis sueños y para acompañarme al celebrarlos.
Quien ríe cuando yo río, se queda conmigo cuando lloro y vive la vida a mi lado y no en cualquier otro sitio.
Porque, aunque la felicidad tiene muchos nombres y formas, dicen que solo cuando se comparte es real.
Porque la felicidad es la única cosa que se multiplica cuando se comparte.
Patricia Ayuste.
2 Comentarios
Lincol Martín
22 septiembre, 2024 a las 5:38 amLa frase “la felicidad es la única cosa que se multiplica cuando se comparte” expresa una profunda verdad sobre la naturaleza de la felicidad y las emociones humanas. Al compartir momentos felices, alegrías y logros con amigos, familiares y seres queridos, no solo enriquecemos nuestras propias vidas, sino que también contribuimos al bienestar y alegría de quienes nos rodean. Este concepto nos invita a ser generosos con nuestras emociones positivas, fomentando una comunidad más unida y, en última instancia, un mundo más feliz.
Un placer leerte.
Patricia Ayuste
22 septiembre, 2024 a las 12:18 pmBonita reflexión, muy de acuerdo contigo.
Un saludo y gracias por el comentario.
Patricia.