Entre Suspiros y un Café
Gestión emocional

En Navidad

En Navidad, como el turrón, vuelve una vez más a casa. A ese hogar en el que sentirte como en ningún otro lugar. Vuelve a tu familia, a tus amigos, a tu gente. Vuelve a todo aquello que te hace más que feliz, que te da motivos, sentido y fuerza más que suficiente. Para el resto de fiestas, para el resto de año. Y para uno completamente nuevo.

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En Navidad, agradece hasta el más pequeño detalle. Lo mucho que ya tienes, y sobre lo que pocas veces te paras a pensar. Lo que hayas tenido en algún momento, por breve que fuera. Todo lo que ha llegado desde la última Navidad. Y a quienes te han acompañado durante todo este tiempo.

En Navidad, recarga pilas, baterías y cariño. Durante cada uno de estos días, sin subestimar ninguno. Recoge todo lo bonito que recibas y guárdatelo con cuidado. Con la intención de que duren hasta la próxima vez, como mínimo. Hasta la próxima vez que lo necesites. Todo el tiempo que quieras que dure.

En Navidad, pon el contador a cero, y comienza desde nada. Olvida rencores, malos tragos, decepciones. Deja atrás todo lo que te nuble la mirada y apague tu luz. Descuenta y pierde la cuenta de aquello que ni sume ni multiplique para bien. De todo lo que reste de más. Y, solo entonces, empieza a contar de nuevo.

En Navidad, perdónate de verdad. Por todo lo que dijiste que harías y, al final, se quedó en una simple intención. En un simple pensamiento. En un miedo no superado. Perdónate por tus enfados, tus salidas de tono, tus pataletas de niño pequeño. Por lo que pudiste hacer mejor, de otra manera o que preferirías no haber hecho. Y sobre todo, perdónate tu falta de fe en ti.

Y recupérala por Navidad.

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En Navidad, vuelve a la infancia que dejaste atrás. Al niño que sabía soñar, que creía en los cuentos, en los imposibles, en los trineos que surcan los cielos. Recupera esa dulce inocencia, esa bondad infinita, esa capacidad de mirar con ilusión. Recupera la magia de estas fechas, dale la forma que prefieras, y que nada ni nadie te la robe.

En Navidad, busca la paz y el amor más allá de los villancicos. Más allá de las felicitaciones impersonales, de los mensajes masivos y del consumismo más vacío. Encuentro tu punto, tus momentos, tu espacio. Deja fuera lo que te deje frío e impide que se escape lo que te de calor y refugio. Y el mayor de los abrigos.

En Navidad, aprende a regalar, a esperar con paciencia y a sorprender más a menudo. Regala lo que no se puede comprar, lo que tiene más valor, lo que nadie puede igualar. Tu tiempo, tu mejor compañía, tu cariño. Aprende a estar y a escuchar, a no hacerlo a medias. A hablar con sentido, a comprender sin juzgar. A dar sin esperar las vueltas.

En Navidad, retoma viejas tradiciones, aquellas que te llenan, aquellas que te dan sentido, aquellas por las que eres capaz de esperar un año entero. Y vívelas de principio a fin. Con la ilusión de siempre, o incluso un poco más. Y crea tantas otras tradiciones como quieras revivir de aquí a un año, las posibilidades son infinitas.

En Navidad renueva tu lista de deseos y brinda por todos los que ya lograste. Los que estuvieron a punto. Los que siguen pendientes. Brinda por ti, por ellos y por un futuro en el que cumplirlos todos ellos. Y sobre todo, aprende a saborearlos desde el principio, desde que son un simple sueño.

En Navidad, haz memoria y recuerda lo que realmente importa, lo que debería importar más que nada. Olvida el resto, aquello a lo que no deberías prestar tanta importancia. Lo que te impide ver más allá y te roba inútilmente pensamientos, sueños y suspiros. Apaga el teléfono y vive más en directo.

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En Navidad celebra por encima de tus posibilidades. Celebra la vida, a quienes te rodean, a quienes están cerca, a quienes ves en contadas ocasiones. Celebra que hoy sí, que quizá mañana. Celebra que un año más. Y no esperes a la próxima Navidad para volver a celebrar, sea lo que sea.  

En Navidad, quiere y demuestra, y coge el bonito hábito de hacerlo a diario. De hacerlo durante todo el año. Aprende a quedarte. A estar. A no salir huyendo a la primera de cambio. A la primera señal de problemas, de dificultad o de peligro. Quédate y lucha. Quédate y aprende. Que todo pasa y de todo se aprende.

En Navidad, cuídate con un poco más de mimo. Y déjate mimar.

Ilumina y brilla con toda tu luz.

A todos, Feliz Navidad.

 

Patricia Ayuste.

 

 

 

 

 

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