Para ser feliz siempre, dicen, has de aprender a serlo con todo… y a pesar de todo. Con lo que ya tienes, con lo que ya eres y con lo que te falta.
Ser feliz durante el camino y entusiasmarte por lo que de verdad quieres.
Que es bueno empezar a decir que NO sin que te pese. Sin darle tantas vueltas, sin importar a quién se lo digas o sin añadir explicaciones que no son necesarias. No sentirte culpable por ello ni buscar contentar a los demás en contra de tus propios deseos. No romper tus principios ni guardarte nada que pueda quemarte por dentro.
Decir no… y pasar página sin tanto esfuerzo.
Es sano que te tomes más en serio pero que no te lo tomes todo a pecho. Que sepas reírte de ti y quitar hierro cuando haga falta. Que aprendas a poner delante lo que va primero, a hacerte mucho más caso y a apartar lo que no debe tener espacio en tu camino Ni en tu vida. Que sepas saltar llegado el caso y frenar a fondo antes de que sea tarde.
Y espolsarte los miedos cada vez que te pongas en pie.
Tirar lo que sabe a podrido, lo que huele a quemado y lo que te mina el ánimo. Alejarte de riñas absurdas, de palabras que no demuestran nada y de discusiones que terminan en un callejón sin salida. Dejar de hablar con quien no escucha, de dar explicaciones a quien no las quiere y de pedir ayuda a quien no piensa dártela.
Ponerle fin a aquello que te resta y que carece de cualquier sentido.
Necesitas frenar el ruido que te atosiga. Lo que te impide escucharte bien y tomar partido. Filtrar los golpes que te llegan y encontrar la forma de que no te lleguen todos, ni de cualquier manera. Que no te altere lo que no debe y que no te salgas de tus casillas por cosas de lo más insignificantes. No dejar que te distraiga lo que pueda apartarte de ti, de tus latidos, de tu instinto.
Y elegir mejor dónde te metes, a quién concedes oportunidades y qué pasos sigues.
Necesitas atreverte a salir al escenario. Sin tanto temblor. Sin tanto guion. Sin tanto ensayo. No temer equivocarte y aprender el máximo de tus fallos. Comprender lo que hiciste bien, lo que pudiste hacer mejor y lo que nunca estuvo en tus manos. No darte tanta caña y hacer las paces con tu pasado. Con lo que te frena. Y, sobre todo, contigo.
Te mereces empezar a dejar a medias lo que no te guste, incumplir los plazos que no te llevan a ninguna parte y devorar lo que sí te llena. No complicar lo que en realidad es fácil, no ponerte tantas trabas y dejar de preocuparte por lo que no tiene solución. No meterte en incertidumbres que no van contigo, ni sacrificar tu tiempo por causas que no sean tuyas.
Pero tener bien claro por qué –o quién– dar el 100% y qué esfuerzos bien valen la pena.
Te debes perder algunos de tus miedos. Olvidar más rápido lo que no sea preciso recordar, sacarte las espinas que te dañan y no permitir que los nervios te ganen tantas batallas. Elegir lo positivo por encima de lo negativo, tener siempre algo por lo que suspirar y encontrar la forma de que pocas cosas te borren la sonrisa.
Y que nada ni nadie te robe la esperanza.
Necesitas quererte sin tantos peros. Sin tantas pegas. Sin tantos complejos. Creer siempre en ti, incluso cuando fallas. Incluso cuando más metes la pata. No dejar sin celebrar ninguno de tus aciertos, romper tus cadenas y tratar de cruzar cualquier barrera. Apostarlo todo a lo que sueñas y asomarte mucho más a la ventana. A las alturas. Y a tu vida.
No hacerte de menos y recordar que siempre puedes ir a más.
Que para ser feliz, has de aprender bien de quién rodearte. A quién tener cerca. A quién darle la mano. Distinguir quienes se quedan porque quieren, por tiempo que pase, por distancia que medie, por silencio que reine. Cuidar a quienes son faro, a quienes iluminan tus pasos cuando el sol se esconde y la oscuridad se cierne, a quienes acuden cuando te desvelas y no se marchan hasta ver que recuperas la sonrisa. Que no todo el mundo vale.
Rodearte de quienes son hogar y te restan daños.
Para ser feliz, necesitas dejar de buscar la felicidad donde la perdiste. Donde nunca lo fuiste. Donde nunca te dejaron serlo.
Y recordar que necesitas mucho menos de lo que crees para ser feliz.
Y que te sobran motivos para serlo.
Patricia Ayuste.
3 Comentarios
Mol
16 junio, 2022 a las 9:26 pmPatricia, me encanta como escribes. El caso es que hasta hoy no he podido entrar a tus escritos ni seguirte. Me salía que era un sitio privado. En fin, ahora seré una seguidora leal 😉 un abrazo
Patricia Ayuste
16 junio, 2022 a las 9:29 pm¡Gracias, Mol! Bienvenida, gracias por escribirme, me alegra mucho que te guste lo que escribo.
¡Un abrazo!
Mol
16 junio, 2022 a las 9:40 pm☺️🤗