El día que te fuiste

Desde que te fuiste ya no eres tú, soy yo.

Ya no se trata de ti. He quitado el pause que había pulsado inconscientemente. He recuperado parte del antes de. De mi realidad. De lo que era cuando llegaste. De lo que me fui desprendiendo con cada paso que daba a tu lado. De lo que había olvidado.

Desde que te fuiste, he vuelto a ver la vida con otros ojos. Con los míos y no a través de los tuyos. He sacado de nuevo la mirada de niña, mitad ilusión, mitad inocencia. He aprendido a apreciar la belleza que guardan los pequeños detalles, las bonitas interrupciones y los cómodos silencios que antes me pasaban desapercibidos.

Ahora, decido por mí misma. A pesar de las consecuencias. A pesar de que no siempre me apetezca y prefiera que otro lo haga por mí. A pesar de la pereza, de tener demasiadas opciones o de tener que encontrar alguna entre ninguna.

Y no va me van mal.

Ahora soy yo quien pasa las páginas de mi calendario. Mi tiempo es mío. No hay un él que lo monopolice ni un falso nosotros que se esconda detrás de promesas vacías, de diálogos cojos o de veladas amenazas.

Desde que te fuiste, no hay prisas por llegar donde no quiero ir. Hay menos de lo malo, menos volantazos de última hora y las autoexigencias han descendido a mínimos históricos.

Las prioridades han cambiado. Ahora son mías, de nadie más.

Desde que te fuiste, me he quitado la venda. La misma que yo solita me puse y que tú ayudaste a que no cayera. Me la he arrancado y pisoteado. Y confieso que las vistas ahora son completamente nuevas. Y muy prometedoras.

He vuelto a mi extrañada independencia. Y no pienso volver a soltarla.

Desde que te has ido me he recuperado a mí misma. He dejado de preocuparme por el qué dirán, por los planes a medias, por intentar agradar a cualquiera, menos a mí.

He vuelto a hacer lo que me gusta, a priorizarme, a hacerme más preguntas. He reaprendido a andar sola y a no temer perderme.

Desde que te fuiste, yo he vuelto para quedarme.

 

Patricia Ayuste.