Si dejas de escucharte. De cuidarte. De saber lo que necesitas o de tratar de averiguarlo, como mínimo. Si no aprendes después de cada tropiezo. Si no te levantas, por mucho que cueste o duela. Si dejas que tus sueños se derrumben sin hacer nada por evitarlo. Si te hundes con ellos.
Si te hundes a la primera de cambio.
Que puedes ser tu peor enemigo si escuchas lo que se habla fuera, más, que los que se grita por dentro. Si dejas de buscar lo mejor para ti y te conformas con lo que sea. Si te vendas los ojos y andas a ciegas, durante demasiado tiempo.
Durante toda tu vida.
Puedes ser tu peor enemigo si te abandonas. Si te dedidas a estar en el lugar inadecuado en el momento más inoportuno por costumbre. Si buscas siempre conflicto. Si hablas más de la cuenta sin medir las consecuencias. Si te tiras de la lengua de continuo. Si estallas con facilidad y te decantas por tus peores ideas.
Que el odio destruye. Que quema por dentro y no deja nada a su paso. Que ayuda más bien poco y separa más que une. Que hay provocaciones que dejan un agujero imposible de cerrar. Que se puede hacer mucho daño con solo palabras y que el veneno siempre acaba matando.
Que puedes ser tu peor enemigo si haces hueco a las mentiras. A las pataletas, a las rabietas porque sí y a los celos desbordados. Si provocas lágrimas de más, encontronazos y malos ratos. Si nunca firmas la paz y te crees siempre con la razón.
Que puedes ser tu peor enemigo si dejas que el miedo campe a sus anchas. Te susurre al oído por dónde sí, por dónde no, por dónde nunca. Aunque tu instinto te diga otra cosa. Aunque quisieras hacer lo contrario. Aunque quisieras llevarle la contraria.
Pero no te atreves. Y se lo permites.
Que puedes ser tu mejor amigo si te empeñas en serlo.
En dejar atrás miedos, odio y lágrimas amargas. En dejar fuera todo lo que te dañe por dentro y te impida ser lo que quieras.
Que puedes ser tu amigo si aprendes a darte la mano. A levantarte cada vez que caigas, y también tu ánimo. Si aprendes a ponerte delante, a no quedarte atrás y a no perder oportunidades. Si aprendes a ser feliz, a no volver donde duele y a escuchar a quien de verdad le importas.
Que para dejar de ser tu enemigo, has de empezar por quererte primero.
Patricia Ayuste.
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Jaume Vicent
13 enero, 2015 a las 12:25 pmHola, Patri!
Ya tenía ganas de tener mi hueco en tu blog. Me hace mucha ilusión compartir contigo y con tus lectores un poco de mi trabajo. Sé cuánto trabajas en tu página, y por eso me halaga que me publiques en ella. De verdad, gracias.
¡Un abrazo, Patri!
Manu cueva
13 enero, 2015 a las 12:25 pmMuy buen post.
estherbarfer
13 enero, 2015 a las 12:44 pmPrecioso¡ Me ha encantado¡ nos deberíamos despedir de tantos enemigos como este…me ha encantado¡¡ un beso enorme¡
Esther
Entre suspiros y un café
13 enero, 2015 a las 8:25 pm¡Gracias a ti Jaume! Porque te has atrevido a arriesgar y salir de tu zona de confort, escribiendo algo totalmente distinto a lo que acostumbras y por el magnífico resultado. Y gracias por haberlo compartido en mi blog 😉 ¡Sigue así!
Un beso Jaume.
Entre suspiros y un café
13 enero, 2015 a las 8:25 pm¡Me alegra que te guste, Manu! Bienvenido al blog.
Un saludo,
Patri.
Entre suspiros y un café
13 enero, 2015 a las 8:27 pm¡Hola Esther! Hacía tiempo que no sabía de ti… ¿Todo bien? Espero que hayas pasado unas felices fiestas y que vuelvas a la carga pronto por tu blog, se te echa de menos 😉
¡Un besazo!
julian carranza hernandez
14 enero, 2015 a las 8:56 amMe ha gustado mucho. Gracias.
Entre suspiros y un café
15 enero, 2015 a las 10:52 am¡Bienvenido Julián!
Un saludo,
Patri.
Aida Ramos
18 enero, 2015 a las 5:40 pmNuestros enemigos, al fin y al cabo, nos hacen más fuertes. Un gran texto 😉
Saludos.
Entre suspiros y un café
18 enero, 2015 a las 9:32 pmBienvenida Aida, gracias por dedicarme tu tiempo. Me alegra mucho que te haya gustado.
¡Un saludo!
Patri.
Anónimo
4 febrero, 2015 a las 10:09 pmMe encanta.
Entre suspiros y un café
5 febrero, 2015 a las 7:17 pmJaume es un pedazo escritor, y se nota.
¡Un saludo!
Patri.