Te mereces el arco iris que sale siempre tras cada tormenta, a veces tan débil que sólo los más observadores pueden verlo. Ese que brilla cuando el barro te llega hasta las rodillas y el flequillo mojado te tapa los ojos. Ese que colorea sin permiso allá donde se posa.
Te mereces sentirte el rey del mundo. Que quieres y puedes. Que no vas a caer. Sentir la fortuna de sacar siempre un cinco a la primera y mover ficha a tu antojo. De tener un arco cargado de flechas y tirar siempre a acertar.
Te mereces llegar donde quieres, festejar cualquier victoria y tener siempre quien las celebre contigo. Elegir pódium y ponerte la medalla que más te guste. Y anunciarlo a bombo y platillo. O en petit comité. Elegir con quién y qué. El para qué es tuyo. No esperar al minuto cero.
Te mereces los saltos sin caída y las caídas entre algodones. Correr sin que se te agoten las fuerzas, sentirte capaz, saltar hasta tocar el cielo. Equivocarte y dar media vuelta. Lanzar la pelota lo más lejos que puedas y no ir a buscarla. Y hasta salir en dirección contraria.
Te mereces esa alegría que te encuentra en mitad de la nada, la que pretende quedarse y no espera a nadie más. Los fuegos artificiales de medianoche y los bailes de gala en que puedes no ir de etiqueta. Los regalos inesperados y las fotos que te favorecen. Las llamadas que te descolocan y los guiños de ojo de tú ya sabes quién.
Te mereces los sueños que se hacen realidad y los que se hacen de rogar. Los viajes en los que no necesitas equipaje ni billete de regreso. Cada una de las horas robadas al sueño, las madrugadas locas y las tardes improvisadas sobre la marcha. Los atardeceres de película en la que tú eres el prota.
Te mereces pintar el lienzo de tu vida como a ti mejor te plazca. Elegir los colores, difuminar los trazos y resaltar las sonrisas. Asumir tus responsabilidades y decidir qué hacer con ellas. No cumplir los cánones, sino cumplir los tuyos. Tenerlos o incluso no tenerlos. Crearlos.
Te mereces los besos que te han dado y los que vendrán. Los robados y los soñados día y noche. El cariño de los tuyos y el tuyo hacia ti mismo. Cada palabra bonita, cada piropo con picardía, esos que te sacan los colores sin remedio. Cada persona que entre, cada despedida que se cueza. Cada página que escribas en tu diario.
Te mereces todo aquello que te aporte, te nutre y te hace crecer. La paz cuando sabes que hiciste bien. Los nervios de cuando algo bueno viene ya. No tirar la toalla antes de tiempo, recogerla si hace falta. De lo bueno, lo mejor. Lo que te ofrecen y te regalan. No conformarte y pedir. Respeto.
Te mereces subir en un globo aerostático y admirar las maravillas que te pierdes a diario. Ver más allá y elegir el paisaje en el que vas a aterrizar. Aunque sea de emergencia y gritando a pleno pulmón. Volar libre e ir soltando aquello que te sobra. Que te lastra, te arrastra y te mantiene atado a tierra.
Vivir en Re Mayor y soñar en voz alta.
Te mereces los días soleados y la energía del verano. Los abrazos a la luz de la luna y los abrazos bajo la manta, con una taza de café en mano. El contacto y el calor humano. Los cruces del destino que te llevan a lugares de los que no quieres volver y las casualidades que no te terminas de creer. Por buenas. Por increíbles. Por fascinantes.
Te mereces las felicitaciones, las que te has ganado por ti mismo. A pulso. Contra viento y marea. Y también las fáciles. Las recompensas y agradecimientos, por lo que sea. Las disculpas con sentimiento y el perdón que a veces tanto cuesta. Rectificar los pasos en falso y equivocarte antes de dar en el clavo.
Es de humanos, dicen.
Te mereces vivir a lo loco y parar en cada pausa que te inventes. Volar hacia donde la imaginación te lleve y construir con tus propias manos aquello que de noche sueñes. O de día, cuando más promete. Reír con motivos y sin ellos, sin buscar excusas ni momentos. Bailar al ritmo que te inventes e ir improvisando los pasos. Componer tu propia letra.
Te mereces eso y todo lo que quieras.
Pero quiérelo.
Y no te conformes con menos.
Porque dicen que tenemos lo que merecemos y que conformarse es cosa de cobardes.
Patricia Ayuste.
11 Comentarios
Caracoles Caraduras
9 mayo, 2016 a las 6:15 pmQ chulo me encantaa
Entre suspiros y un café
9 mayo, 2016 a las 7:35 pm¡Muchísimas gracias! 🙂
Un abrazo,
Patri.
mialmarural
9 mayo, 2016 a las 6:57 pmTe mereces un aplauso por un texto tan bello y lleno de poesía. Mis felicitaciones.
Entre suspiros y un café
9 mayo, 2016 a las 7:36 pm¡Y tu otro por tu bonito comentario! Gracias por leerme 😉
Un beso,
Patri.
Mercedes Ferrer
9 mayo, 2016 a las 8:08 pm“Te mereces pintar el lienzo de tu vida como a ti mejor te plazca. Elegir los colores, difuminar los trazos y resaltar las sonrisas. Asumir tus responsabilidad y decidir qué hacer con ellas. No cumplir los cánones, sino cumplir los tuyos. Tenerlos o incluso no tenerlos. Crearlos.”
Me ha encantado este párrafo. Tú te mereces un olé así de grande por tu pedazo de texto. Nos vamos leyendo y estás invitada a pasarte por mi blog cuando quieras 🙂 Un besito
Entre suspiros y un café
9 mayo, 2016 a las 8:49 pm¡Mil gracias Mercedes! Es un comentario muy bonito y motivador por tu parte. Encantada de pasarme y leerte.
¡Un beso!
Patri.
La mala costumbre – Un punto de locura
9 mayo, 2016 a las 9:05 pm[…] Entre suspiros y un café […]
Entre suspiros y un café
10 mayo, 2016 a las 1:22 pm¡Gracias por compartir!
Un beso,
Patri.
elbauldelasvidas
10 mayo, 2016 a las 8:35 pm¡Nos merecemos la libertad de hacer lo que nos plazca! De ir a por lo que queremos aunque signifique pasar por locuras.
¡BRAVO!
Nerea
10 julio, 2016 a las 10:32 pmNo me canso de leer y releer este texto. De todos los que leo tuyos, es el que más me gusta.
Enhorabuena por este trabajo. Eres magnifica!!!
Entre suspiros y un café
14 julio, 2016 a las 8:05 pm¡Mil gracias Nerea! Gracias por alegrarme el día con tu gran comentario. ¡Pensar que me lees y me relees!
¡Un beso enorme!
Patri.