Por si lo olvidas, piensa que naciste como un folio en blanco. Como un pasaporte sin sellos. Piensa que empezaste desde cero y que, con los años, has aprendido a sumar alegrías, a restar dramas y a dividir las penas. Has crecido con tus fallos. Has multiplicado tus aciertos.
Y has hecho que tus pasos te lleven, sino al infinito, sí lo suficientemente lejos.
Recuerda que la cosecha se inicia siempre con la siembra, que la calidad es mejor que la cantidad y que el tiempo sabe cómo devolver cada cosa a su sitio. Y a cada persona. Que la mariposa fue primero un gusano, que el arcoíris no sale si no hay una tormenta previa y que para llegar bien alto debes empezar a subir desde lo más bajo.
Por si lo olvidas, haz memoria de todas las veces en que lo perdiste casi todo, volviste a la casilla de salida y jugaste la que resultó ser tu mejor partida. Las veces en que creíste que todo se iba al garete y resultó ser falsa alarma. Las veces en que no tiraste la toalla y te saliste con la tuya. Las veces en que el último esfuerzo inclinó la balanza a tu favor.
Las veces en que lograste que cada segundo contase y valiese la pena.
No olvides que eres mucho más valiente de lo que piensas. Que lo eres cada vez que te enfrentas a tus miedos, a tus temblores, a tus monstruos. Cada vez que lo intentas, que te superas y hasta cuando no lo logras, pero no te rindes. Cada vez que sueltas amarras, saltas al vacío o te levantas tras una sacudida.
Cada vez que no te quedas de brazos cruzados, sino que apuestas por lo que más feliz te hace.
Por si lo olvidas, recuerda que el sol sale a diario, que hasta la más oscura noche tiene las horas contadas y que la vida no se vive nunca en línea recta. Que al igual que hay bajadas, también hay subidas. Que el juego continúa después del jaque mate. Que un solo paso hacia delante –o hacia detrás– puede ser la gran diferencia.
Y que las piezas de tu puzle siempre encuentran su hueco y terminan encajando.
Ten siempre presente que nadie puede hacerte dudar de ti si no se lo permites. Si crees en cada ventana que abres, en cada puerta que cierras, en cada kilómetro que andas. Cuando dejas de calzar zapatos que no son de tu talla. Cuando aceptas el caos y no dejas que te arrastre.
Cuando no permites que cualquier tontería te borre la sonrisa.
Por si lo olvidas, recuerda que no debes tratar de encajar donde no te dejan. Donde todo son quejas. Donde, en realidad, no te quieren. Que debes saber cuándo alejarte y cuándo no acercarte a la hoguera. Cuándo plegar velas y dar media vuelta. Cuándo abandonar se transforma en victoria segura.
Y saber cuándo quedarte y dónde echar raíces.
No olvides que brillas cuando crees en ti, cuando confías en tus posibilidades y cuando sueltas todo aquello que te quema por dentro. Cuando sabes de quién rodearte y a quien dejar tras la barrera. Cuando acortas los plazos, te dejas de mañanas y te centras en lo que quieres. En tu primer pensamiento del día. En lo último que piensas antes de dormir.
Brillas cuando renuncias a lo que te ata y apuestas por lo que tu corazón te grita.
Por si lo olvidas, ten siempre cerca a quien te hace bien y te cuida mejor. A quien te ayuda a sumar en positivo, a escalar bien alto, a volar muy lejos. A quien te quiere por quien eres y no pretende cambiarte. A quien tiene siempre palabras bonitas, verdades de frente y un abrazo donde refugiarte. Y encontrar la paz. Quien te devuelve la sonrisa cuando la pierdes, la esperanza cuando dudas y el sentido cuando te desorientas.
No en vano dicen que somos de quienes nos piensan a mitad del día y sonríen.
Brillas cuando comprendes la diferencia entre urgente e importante y no te pierdes en idioteces. Cuando demuestras lo que sientes y sientes todo aquello que dices. Cuando entiendes que la vida corre, que nadie te va a devolver los minutos que no disfrutas y que no hay mejor momento que el ahora.
Que nunca es tarde para curar viejas heridas, cumplir tus mejores sueños y seguir ese impulso que te mueve por dentro.
Que nunca es tarde para hacer lo que quieres, para dar lo mejor de ti y para decir «te quiero».
Ten siempre presente que, aunque el mundo gire, tú giras con él. Que tu historia forma parte de muchas otras historias.
Y, por si lo olvidas, recuerda que tu sonrisa puede cambiar muchas vidas
Patricia Ayuste.
6 Comentarios
Mol
3 julio, 2022 a las 8:38 pmMe he guardado tu entrada en mis favoritos, Patricia, por si lo olvido. Soy propensa a olvidar exactamente todo lo que describes en tu entrada. Me ha encantado. Gracias 🙂
Patricia Ayuste
3 julio, 2022 a las 8:48 pm¡Gracias a ti! Me alegra mucho que te propongas no olvidar ciertas cosas 😉
¡Un abrazo!
Natalia
3 julio, 2022 a las 9:41 pmEres un diamante muy valioso. Gracias, era justo lo que necesitaba leer
Patricia Ayuste
3 julio, 2022 a las 9:53 pm¡Gracias, Natalia! Lectores como tú y comentarios así sí que son diamantes.
Un abrazo grande 😊
Pepa
19 septiembre, 2022 a las 4:13 pmQue importante es lo que nos cuentas y lo rápido que tendemos a olvidarlo.
Patricia Ayuste
19 septiembre, 2022 a las 8:50 pmMe alegra que hayas disfrutado de la lectura 😊
Un abrazo, guapa 😘